jueves, 12 de noviembre de 2009

Perfeccionándome en Tú Debilidad


PERFECCIONÁNDOME EN TÚ DEBILIDAD

“Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”.
(1 Corintios 12:9 Versión Reina Valera 1960)

Hoy escribo para todos ustedes con lágrimas en mis ojos, pero con la fortaleza y serenidad que solo Dios puede dar. Aunque planifiqué que este fuera un día súper maravilloso y hermoso, no siempre las cosas salen como quisiéramos. Y aunque muchas veces eso nos entristece, no nos debe desanimar. Porque la vida está llena de momentos de todo tipo y tenemos que experimentarlos y tratar de aprender aunque en ocasiones no le encontremos sentido.

Siempre me he caracterizado por ser una persona muy sincera. Trato de ser lo más transparente posible en todo. Es por eso que mis escritos tienen parte de mi corazón. En ellos siempre encontrarás plasmados vivencias, cosas que siento y pienso, creo, etc. Hay muchas personas que temen abrir su corazón y relatar sus tristezas, experiencias o temores más profundos, sin embargo, yo quiero compartir con ustedes desde mis alegrías más inmensas hasta mis momentos de abatimiento. Desde mi fe y convicciones más fervientes hasta los momentos en que parece que no hay salida. ¿Por qué lo hago? Porque sería hipócrita de mi parte mostrarles un “mundo ideal” que no existe. Y porque estoy convenida de que así como el salmista David escribió muchos de sus mejores salmos en momentos de angustia y hoy día esos salmos nos alientan y fortalecen; de la misma manera estos escritos pueden traer bendición y bálsamo a muchas de las vidas que los leen.

Ciertamente la vida es dura, no siempre parece justa. Pero Dios sigue estando presente. La vida te da golpes bajos y a veces en el suelo tratas de seguir luchando, pero aunque sientas que estás luchando en el suelo, puedes dar golpes desde el piso y ganar la batalla. De eso se compone la vida, de subidas y bajadas. De momentos gloriosos, pero también de momentos en que exclamamos: “Señor si es posible pasa de mí esta copa”. Pero cuando decimos estás palabras, recordamos lo que el mismo Jesucristo dijo: “pero no se haga conforme a mi voluntad, sino a la tuya”. Y como dice Romanos 8:28-39, sabemos que nada nos podrá apartar del amor de nuestro Señor.

Hace unos días mi tía Rossie me escribió un email diciendo algo que me gusto tanto que hoy quiero compartirlo con ustedes haciendo mis propias reflexiones y conclusiones porque compete a lo que le he dicho anteriormente. Son tantas las veces que hemos escuchado hablar y que hemos repetido este texto: “Bástate de mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad”. Estás fueron las palabras que Dios le contestó a Pablo después de haber pedido tres veces que fuera quitado de su vida un aguijón que le afligía en la carne. Pero pocas veces nos detenemos a pensar (decía mi tía) en cómo se sentía el apóstol Pablo y por qué razón tuvo Dios que decirle que se bastara de su gracia y que en medio de su debilidad sería perfeccionado.

Si damos una reversa a la historia, observaremos que cuando Pablo aceptó a Jesucristo, cuando tuvo ese encuentro maravilloso con Dios en Damasco, Dios le hizo advertencia de que sufriría a causa de su nombre. De hecho Pablo mismo había hecho sufrir en su vida religiosa pero sin Cristo, a muchos cristianos. A él le tocaría experimentar mucho más aún. Cuando observamos a Pablo a través de las escrituras vemos a un hombre independiente, con la autoestima alta, muy seguro de sí mismo y de a quién le servía. Sus convicciones eran profundas y su fe (una vez conoció a Jesús) inquebrantable. Pero en este momento vemos una escena en la que Pablo escribe o diserta sobre un tema profundo y con sinceridad expresa de una lucha que está teniendo con su carne. Pudo haber sido una enfermedad, la Biblia no específica. Lo cierto es que me parece que Pablo se sentía tan agobiado como muchas veces nos sentimos tú y yo. Porque a veces nos sentimos tan cargados por las cosas que nos acontecen en la vida que perdemos por un momento el centro. Nuestro centro que es Jesucristo.

Yo te pregunto, ¿con qué aguijón estás lidiando el día de hoy? ¿Cuál es ese problema que parece consumir tus fuerzas? ¿Qué es lo que te roba la paz y quiere hacer que pierdas la esperanza? ¿Qué es eso que te molesta tanto que te hace pensar que Dios no te escucha y que tampoco está cerca de ti? ¿Qué es lo que te desestabiliza a tal manera que sientes que vas a perder la calma o la cordura? ¡Sí! Te lo pregunto porque sé que aunque amas al Señor no estás exento de en ocasiones sentirte así, desesperado y sin salida. Porque aunque hay muchas personas que quieren idealizarlo todo y aparentar que para ser espiritual no puedes expresar nada, tú sabes muy dentro de tú corazón que lo que te digo es cierto. ¿Cuántas veces te has preguntado, Dios será verdad que existes? ¿Por qué me pasa esto a mí? Sin embargo y a pesar de ese dolor tan grande que sentía Pablo, recibió una respuesta maravillosa de Dios. Una respuesta con la que nos podemos identificar y encontrar paz y seguridad. “Bástate de mi gracia”. Y la gracia es ese favor inmerecido que nos concede Dios todos los días. Es esa ayuda y regalo que Dios nos confiere continuamente, es ese soporte del gran Yo Soy. “Porque mi poder se perfecciona en tú debilidad”. Podemos ver el poder de Dios actuando en nuestras vidas día tras día. Podemos sentir cómo nos da fuerzas cuando muchas veces creemos que ya no podremos más.

Pero si hay un versículo que me guste es el que le sigue al texto que he utilizado el día de hoy. Es que me fascina la forma en que Pablo dice en el siguiente versículo: “Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (1 Corintios 12:10). Es tan contundente, valiente, sabia y segura la respuesta que da Pablo. Ya me parece imaginar a Pablo diciendo para sus adentros: “Sí, estoy sufriendo, me duele este momento que estoy pasando. Sí, a veces siento que no podré más, pero aún con todo y eso puedo gozarme en medio de cualquier situación que esté pasando. Esto porque el amor que siento hacia Dios es más grande que toda tribulación momentánea y no lo hacen cambiar las congojas ni aflicciones de mi vida. Porque estoy seguro que no existe ninguna situación que amerite que me enoje o que dude de la fidelidad que Dios ha tenido para conmigo. Y pese a todo, puedo gloriarme de una cosa que sé porque Dios me ama y yo lo amo a él. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Porque mayor es él que está en mí. Porque a medida que va menguando mi yo, va acrecentándose más en mi vida el poder y la imagen de mi Señor.

Hoy te invito a que declares al igual que yo las palabras de Pablo. A que dejes que ese Santo Espíritu de Dios obre en tú corazón y a que confieses dos cosas: que el poder de Dios se perfecciona en ti y que cuando más débil te sientes y eres fuerte en él.


Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para:
http://escritosdelsilencio.blogspot.com/
www.DevocionalDiario.com

 A veces las personas solo necesitan ser amadas. Que las abraces sinceramente y las escuches con atención. Que le brindes una mirada o una s...