martes, 8 de diciembre de 2009

Las Muecas de la Vida


LAS MUECAS DE LA VIDA

“Entonces Abraham se levantó muy de mañana, y tomó pan, y un odre de agua, y lo dio a Agar, poniéndolo sobre su hombro, y le entregó el muchacho, y la despidió. Y ella salió y anduvo errante por el desierto de Beerseba. Y le faltó el agua del odre, y echó al muchacho debajo de un arbusto, y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró. Y oyó Dios la voz del muchacho; y el ángel de Dios llamó a Agar desde el cielo, y le dijo: ¿Qué tienes, Agar? No temas; porque Dios ha oído la voz del muchacho en donde está”. (Génesis 21:14-17)

¡Sí! Por más optimista que trate de ser, tengo que reconocer que hay momentos en donde siento que la vida me hace unas muecas que no quisiera recibir o ver porque no me gustan. En esta vida hay que pasar por momentos y emociones de todo tipo. Pasamos del llanto a la alegría y viceversa. Un día nos sentimos en la cumbre de la montaña y otras en el suelo tocando fondo.

Ciertamente sonreír no arregla muchas veces las cosas, pero por lo menos nos ayuda a mantener la calma en momentos críticos. A veces sentimos que la vida juega con nosotros, otras ocasiones que nos esconde la felicidad. Muchas veces nos sentimos burlados y hasta utilizados y eso nos desagrada. Pero Dios en su sabiduría permite que a través de las experiencias vividas aprendamos. No se puede disfrutar de los buenos momentos sin antes atravesar por momentos en que sentimos que todo va en contra nuestra. La esencia de la vida es una mezcla interesante de sabores agrios, dulces, salados.

Creo que quien tiene todo a veces no sabe valorar la importancia de eso que tiene. Porque es que en muchas ocasiones damos por sentado las cosas que nos olvidamos que son privilegios y bendiciones hermosas que Dios en su misericordia nos ha permitido. El plato de comida, un techo sobre el cual cobijarte, la ropa y los zapatos que visten nuestro cuerpo. El usar nuestros sentidos para ver, oler, sentir, escuchar, tocar y hablar. Disfrutar de la maravillosa puesta de sol o del ocaso. La alegría de tener una familia aún cuando haya sus problemas y situaciones. El hecho de que tengas el privilegio de conocer a Dios como tu padre y poder adorarlo en libertad, mientras que hay tantas vidas que todavía no le conocen o están en lugares donde no les permiten el culto libre y la libertad de expresión.

¡Sí! La vida nos presenta muchas caras y no siempre son las que nos gusta mirar o contemplar, pero sin embargo a través de ellas aprendemos y podemos ser mejores si lo determinamos y trabajos para ello. Porque como dice el refrán “cuando la vida te de limones, haz una limonada”. Esto lo que quiere decir es que en medio de lo negativo que te pueda estar rodeando saques y te trates de enfocar en lo positivo. Porque he aprendido que aquellas cosas que muchas veces nos parecen negativas son los puentes que Dios utiliza discretamente para llevarnos hacia cosas nuevas. Episodios que marcaran nuestras vidas y nos darán madurez y crecimiento. Cuando a aquella mujer se le murió el esposo y quedó pobre, endeudada y con dos hijos a quienes le querían quitar para pagar la deuda que había dejado su esposo, ella pudo tirarse a morir. Sin embargo desesperada acudió al profeta Eliseo y a través de la venta de un aceite que Dios proveyó y unas tinajas que le prestaron sus vecinos, pudo encontrar provisión que le dio para pagar la deuda y sustentarse ella y sus dos hijos. Ella accionó, no se quedó tirada en el suelo ni se dejó sumir en la depresión, porque sabía que tenía que actuar. Que no era el momento de quedarse cruzada de brazos. (Para más detalles ir a 2 Reyes 4).

Cuando Agar fue despedida de casa de Abraham, anduvo errante, me imagino que estaba súper confundida como se hubiera sentido cualquier madre al no saber qué hacer. Pero cuando te detienes a analizar esos versículos claves que he utilizado para el tema de hoy, te das cuenta que se resignó. Falto el agua y ella renunció, no pudo pensar en que tal vez habría un oasis más adelante o en que si clamaba a Dios, Dios le podría responder con un milagro. Digamos que el miedo la paralizo, no la dejo pensar sabiamente. Prácticamente se echó a morir ella con su hijo. Esa si que era una mueca muy grande que la vida le presentaba. Un gran desafío y un momento en que necesitaba saber qué hacer para poder enfrentar cada reto que le esperaba. Dios se movió a misericordia no tanto por Agar, sino porque escuchó al muchacho llorar. Dios escuchó la voz del muchacho.

Y de estas dos historias podemos aprender mucho. La actitud desde el principio siempre ha contado para Dios. Nuestra voluntad, el empeño que le ponemos a las cosas que hacemos. La atención que prestamos, es esfuerzo que hacemos y cómo nos manejamos ante aquellas cosas que nos van surgiendo día con día. Yo te invito a sonreír el día de hoy, no importa que sientas que tú prueba es grande, más grande que tu prueba es el Dios a quien le sirves. Él no te dejará ni te desamparará. Él siempre camina a tu lado. Pero hay momentos en que quieres que actúes en fe y aprendas a dominar las situaciones y no que las situaciones te dominen a ti. No que le digas cuán grande es tu problema sino al problema cuán grande es tu Dios. Y como me he cansado de decir en diversos escritos tu actitud y tu obediencia a Dios es lo que determinará hasta cierto punto cuán corto o largo sea el proceso que estés pasando. A Israel le tomó cuarenta años entender muchas cosas. Quiera Dios que nosotros podamos siempre ser receptivos, mantener una buena actitud y sonreírle a la vida porque mayor es el que está con nosotros. ¡Bendiciones!

Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para:
http://escritosdelsilencio.blogspot.com/, www.devocionaldiario.com y www.destellodesugloria.org

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