martes, 23 de febrero de 2010


NUESTRA MISIÓN EN LA TIERRA

El capítulo 10 del libro de Mateo, comienza relatándonos el llamado que Jesús hizo a sus discípulos. El primer paso que hizo luego de llamar a sus discípulos fue darles autoridad y potestad para echar fuera demonios, sanar enfermos y llevar Su palabra.

Luego de eso, les dio unas instrucciones claras y específicas de lo que ellos habrían de hacer con ese poder y autoridad que él les había entregado.

Inmediatamente que les impartió la autoridad y les dio las instrucciones, les hizo unas advertencias sobre las persecuciones y las cosas por las que tendrían que pasar por amor de Su nombre. Les hablo de los peligros que enfrentarían y a qué serían expuestos por predicar el evangelio.

Deseo entonces concentrarme en los siguientes versículos que dicen como sigue: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o de que hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros. Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. Así que, no los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse”. (Mateo 10: 16, 19-22, 26).

Así como los discípulos nosotros somos seguidores de Dios y tenemos el mismo llamado que ellos. Sin embargo, nadie dijo que este llamado sería fácil, lo bueno es que Dios prometió estar con nosotros siempre. Nuestra dependencia absoluta debe estar en Dios, esa es la clave de todo.

Jesús nos aconseja a ser prudente, astutos y mansos. No debemos perder la humildad, porque nuestro Maestro fue el ejemplo más grande de humildad. Porque la humildad tiene su atractivo, llama la atención, nos acerca a las personas. Dejo dicho que no nos preocupáramos, porque a veces no sabemos cómo actuar o qué decir en determinadas situaciones. Pero pese a esto él dijo que usaría nuestras bocas y pondría sus palabras para que ministremos. Por tanto no debemos atemorizarnos, porque su Palabra que es fuente de vida, fluye en nuestras vidas. El Espíritu Santo está en nuestras vidas y él nos conducirá a lo que debemos de decir o no decir; y nos guiará hacia cómo debemos actuar. Aunque el enemigo se levante para tratar de oponerse o impedirnos el paso, Dios removerá las piedras.

Para finalizar, algo de lo que también debemos estar conscientes es que por más amor y mejor que tratemos de hacer las cosas, siempre habrá personas que nos aborrecerán y no lograrán entender lo que tratamos de hacer o transmitir. Pero eso no nos debe intimidar con cumplir la misión para la que hemos sido llamados. Algunos con el pasar del tiempo, serán ministrados por nuestros actos y otros permanecerán indiferentes, pero la obra no puede parar. No nos podemos estancar porque Dios dará a cada cual un pago justo debido a sus obras.

No fue fácil para los discípulos en aquel tiempo, ellos tuvieron que exponerse al castigo, las burlas, las críticas, los señalamientos, la soledad y a exponer sus propias vidas. Sin embargo fueron victoriosos, escribieron las páginas de la historia y en el cielo estarán muy juntitos a Dios. Y esa es la esperanza que nosotros, los que le servimos, albergamos. Un maravilloso encuentro con nuestro Señor por siempre. Amén.

Autora: Brendaliz Avilés

Escrito Para:
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