miércoles, 23 de junio de 2010

CUANDO LE ALABAS


Cuando le Alabas…

Cuando le alabas aún en medio de tu tristeza.
Cuando le exaltas a pesar de que te sientas sin fuerzas.
Cuando le cantas y el llanto ahoga tus notas.
Cuando le sigues creyendo aunque no veas nada.
Estás demostrándole que le amas y que confías en lo va a hacer.
Y él se mueve y se deleita, se siente orgulloso de ti.
Porque sabe que le estás dando todo lo que tienes.
Tu corazón sincero, tus pensamientos centrados en su amor.
Cuando queriendo renunciar, solo suspiras.
Y en medio de tu ansiedad ante él te allegas en oración.
Cuando sigues escudriñando su Palabra aunque vengan pensamientos queriéndote hacer dudar.
Dios desde el cielo te mira, él te observa con detenimiento y acaricia tu alma cansada y fatigada.
Porque él conoce que lo que estás enfrentando es una prueba.
Porque le estás demostrando que lo amas por lo que él es.
Porque cuando le sientes lejos, es cuando está más cerca.
Tú te aferras a él, pero él de igual manera se aferra a ti.

Autora: Brendaliz Avilés

Escrito Para:
www.brendalizaviles.com
www.devocionaldiario.com
www.destellodesugloria.org

CON SED DE TU PRESENCIA

Con Sed de TU Presencia

Querido Dios:

Así como Moisés vio y experimentó tu gloria cuando la zarza ardía. Así como el profeta Isaías pudo en una visión observar como tus faldas llenaban el templo y tu presencia cubría todo el lugar. Así como el siervo de Eliseo pudo ver una nube que le indicaba que más eran lo que estaban con él.

Como aquella mujer yo quiero tocar tus vestidos. Que entres a mi casa como lo hiciste con Zaqueo, perfumarte los pies y enjugarlos con mis lágrimas como tu sierva María un día lo hizo.
Es que anhelo tu poder manifestado en mi vida, que toda tu gloria y poderío desciendan.

Que como Jeremías oraba y lloraba el fuego de tu santidad me atraigan y me cautiven. Lávame y sáname como a Naamán en el Jordán. Manda la lluvia temprana y tardía, sacia mi sed y mi hambre de ti. Penetra en los resquicios de mi alma, purifica y quita lo que no te agrada.

¡Mi carne y mi corazón desean agradarte Señor! ¡No me sueltes hasta que termines tu obra en mí!
Desciende sobre mi vida como el rocío sobre las flores.
Llena la oscuridad con tu luz, sé tu mi lumbrera y por siempre mi guía. Más de tu gracia en mí y menos de mi voluntad.
Anhelo cada día de tu aliento y tu vida en mí. Consolador tú eres único en mi vida, toma el control. Inúndame de ti mi amor eterno, mi dueño por siempre, mi dulce Señor.

Autora: Brendaliz Avilés


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