miércoles, 20 de noviembre de 2013

Bonitas por Dentro y por Fuera






BONITAS POR DENTRO Y POR FUERA

“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí”.  (Salmos 51:10)

Ante una sociedad que cada día nos exige más, es fácil como mujer, sentirnos ansiosas y presionadas.  Muchas veces nos obsesionamos con querer cumplir con los estándares que otros dicen que están bien.  Creo firmemente que mejorar nuestra apariencia, refuerza nuestra autoestima y por ende también nuestra confianza.  Sin embargo, no es menos cierto que los cambios más sinceros, positivos y grandiosos, son los que surgen desde nuestro interior.  Porque es en nuestro ser de donde proviene esa fuente y fortaleza que puede renovarnos día tras día.  Luchamos por mejorar nuestra figura, el cabello, la cara, las uñas y el cutis entre muchas otras cosas.  Queremos oler bien, vernos radiantes, jóvenes, exquisitas y perfeccionarnos de tal modo que proyectemos belleza.

El otro día un amigo me decía que de qué valía que una mujer fuera muy hermosa por fuera y cuando la conocieras descubrieras que su interior estaba hueco.  Más que belleza física, necesitamos amarnos y sentirnos bien con nosotras mismas independientemente de nuestra estatura, color, forma y pequeñas imperfecciones.

¡Quiero ser bella, pero me niego a ser una mujer hueca por dentro!  Vacía, superficial, carente de ideas o pensamientos.  ¡Me niego a ser un maniquí de esta sociedad!  Y así como a diario intento trabajar y arreglar aquellos detalles físicos en los que siento que debo mejorar; de esa misma manera quiero ocuparme en cuidar y nutrir mi espíritu, intelecto y sentimientos.  Quiero proyectar ese tipo de belleza especial que brote desde interior hacia afuera.

No es un alargador de pestañas, ni un rímel, ni unas sombras las que harán mi mirada más dulce.  Ni el color de mi hermoso y sensual labial lo que hará mi sonrisa más perfecta o más serena.  Una base podrá cubrir mis pecas, manchas o imperfecciones, pero no podrá ocultar mis tristezas o preocupaciones.  El maquillaje servirá para resaltar la belleza que ya todos poseemos si la sabemos destacar.  Pero quienes somos nosotras realmente y lo que de nosotros resalta va más allá de un simple maquillaje porque es nuestra esencia, es lo que verdaderamente somos.

En este momento, recuerdo las palabras del salmista cuando decía: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí”.  El clamor de mi ser en este preciso instante es cada día poder embellecer mi alma.  Que de ella surjan los más lindos destellos de amor que irradien a todo el que me rodea.  Que otros puedan oler el perfume de Dios a través de mi vida y queden impregnados de su esencia.

Mujer, es tan importante que comprendamos ese valor tan especial que poseemos naturalmente.  Cada día trabajemos en mejorar todo aquello que podamos por afuera, si eso nos hace más felices y seguras, pero sin olvidar nuestro corazón.  Porque nuestro corazón es esa pieza delicada y a la vez fuerte de donde proviene nuestra vida y nuestros pensamientos.  Esos pensamientos que luego se concretan o se derrumban.  Con esa vida y esas ideas podemos escalar hasta llegar a la cima más alta o destruirnos y descender hasta el más ardiente y sofocante infierno emocional.

Mujer, tú eres bella y demasiado especial.  Eres la más hermosa expresión y armonía del amor de Dios.  La próxima vez que te sientas insignificante, reflexiona que fuiste creada y diseñada por la misma mano de Dios.  Tienes razones suficientes para sentirte orgullosa, luchar y salir hacia adelante.

Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Especialmente Para: www.brendalizaviles.com

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