La Canción del Desierto
Es silenciosa y discreta.
Sale del alma callada y casi sin fuerzas.
Es sincera y genuina.
Atrapa el corazón del Padre,
capta los sentimientos más profundos del ser.
Porque el desierto produce un tipo de adoración que va más allá del quebrantamiento y que es superior a nuestras fuerzas. De los labios de Dios brota una sonrisa al escuchar una melodía que sale del alma tal vez cansada, pero agradecida.
Es la canción del reencuentro, es la oración que rompe el silencio.
Es el momento victorioso que marca en antes y el después.
La diferencia entre el ayer y el ahora del que se prepara para recibir, luego de haberlo entregado todo.
Es donde llega la mañana esplendorosa, disipando la noche más fría y oscura que puedas haber experimentado en tu vida.
Es donde comienzan a abrirse nuevos senderos jamás imaginados,
se trazan rutas que te han de llevar a los escenarios que lograran hacer realidad el propósito de Dios en tu vida.
Divisas el manantial y te refrescas con el agua.
Es el himno de la victoria, la tonada de la alegría.
La prueba ha finalizado, es hora de volver a casa con el saco repleto de enseñanzas, con la paz y el gozo del Señor en el alma.
Ya no serás el mismo, tu vida cobrará un sentido más pleno, nuevo y diferente. Te pararás frente a una multitud y entonarás a viva voz el gran milagro de amor que Cristo ha hecho en ti.
Autora: Brendaliz Avilés
Es silenciosa y discreta.
Sale del alma callada y casi sin fuerzas.
Es sincera y genuina.
Atrapa el corazón del Padre,
capta los sentimientos más profundos del ser.
Porque el desierto produce un tipo de adoración que va más allá del quebrantamiento y que es superior a nuestras fuerzas. De los labios de Dios brota una sonrisa al escuchar una melodía que sale del alma tal vez cansada, pero agradecida.
Es la canción del reencuentro, es la oración que rompe el silencio.
Es el momento victorioso que marca en antes y el después.
La diferencia entre el ayer y el ahora del que se prepara para recibir, luego de haberlo entregado todo.
Es donde llega la mañana esplendorosa, disipando la noche más fría y oscura que puedas haber experimentado en tu vida.
Es donde comienzan a abrirse nuevos senderos jamás imaginados,
se trazan rutas que te han de llevar a los escenarios que lograran hacer realidad el propósito de Dios en tu vida.
Divisas el manantial y te refrescas con el agua.
Es el himno de la victoria, la tonada de la alegría.
La prueba ha finalizado, es hora de volver a casa con el saco repleto de enseñanzas, con la paz y el gozo del Señor en el alma.
Ya no serás el mismo, tu vida cobrará un sentido más pleno, nuevo y diferente. Te pararás frente a una multitud y entonarás a viva voz el gran milagro de amor que Cristo ha hecho en ti.
Autora: Brendaliz Avilés