Vida Nueva
con un Espíritu Libre
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu
nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os
daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que
andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”. (Ezequiel 36:26-27 Versión Reina Valera 1960)
En el capítulo 36 el profeta Ezequiel habla de la
restauración futura de Israel. Estos dos
versículos que estoy utilizando al escribir esta reflexión son especiales y
hermosos. Son muchas las personas que
desearían tener en su vida la oportunidad de un nuevo comienzo. Algunos piensan que necesitarían nacer de
nuevo para poder tener una vida totalmente diferente. Pero, creo que hay una forma en la que puedes
ser transformado(a), sin necesidad de volver a nacer.
Para un nuevo comienzo, necesitas un nuevo espíritu y
una mente renovada. Si necesitas una
vida renovada, debes acudir a la fuente correcta quien es Dios. El lugar donde tu transformación puede iniciar
es yendo a la presencia de Dios quien fue el que te creó. Buscar la presencia de Dios es ir en oración
y reconocer que él fue el que te dio forma, puso cada célula, hueso y cada cosa
que hay en ti. Que es él quien sopla
sobre tu vida aliento para que puedas seguir adelante. Y aceptar que tu vida será mucho mejor contando
con su intervención en tu vida.
Lo que te separa de su comunión es el pecado, la
desobediencia, el querer vivir y ver las cosas a tu manera, no a la de él. Mirar las cosas bajo el cristal y la
perspectiva de Dios hace una gran diferencia.
Sentir cuando tu corazón está lleno de él te hace comprender cosas que
de otra manera no podrías entender.
Porque como su esencia es el amor, él te sensibiliza. Como él es el más sabio, te otorga de su
sabiduría.
El paso inicial para una transformación genuina y
total comienza desde adentro. Los
cambios más grandes y verdaderos ocurren en el interior de las personas, esto
es dentro de sus corazones. Ese corazón
nuevo lo puedes tener a través de una vida que busca intimidad con Dios. Cuando lo buscas en oración, estableces una
comunicación que te permite conocerlo.
Cuanto más amigo te haces de Dios, más vas a conocer sus pensamientos y
sentimientos y por ende también te parecerás a él porque el modelará tu vida. Porque así como los amigos tienen gustos
similares y muchas veces hasta parecen familia, así mismo sucede cuando te
haces hijo y amigo de Dios, el parentesco no se podrá ocultar. Tu vida, tus palabras y tus actos lo
reflejarán.
El hará que tu corazón se sensibilice, pero que
también sea más fuerte ante las adversidades.
Al haber cambios en tu ser, ocurrirán cambios en tu mente. Y cuando una mente es transformada,
obviamente las cosas se ven de manera diferente. Tal vez necesites liberarte de miedos,
complejos, cargas, ansiedades, malos recuerdos, heridas que hasta el momento no
te han permitido levantarte del suelo. Quizás
necesites dejar ir de tu vida cosas que hasta el momento te han impedido
avanzar como lo son la ira, el odio, el resentimiento, la falta de perdón, la
depresión y tantas cosas más.
Pero si en verdad tú lo deseas, créeme que Dios lo
puede hacer posible. La gente recuerda
muchas cosas, pero Dios no se acordará de tus errores, él hará borrón y cuenta
nueva. Él te ayudará a tener esa vida
nueva que tanto deseas y sentirás libertad.
Y la libertad es algo que no tiene precio. Sentirse a salvo da una seguridad y una
confianza tremenda.
Que conste que no te estoy diciendo que vas a tener
una vida sin problemas ni dificultades, porque si te digo una cosa como esa te
estaría mintiendo. Pero te estoy
diciendo que tener a Cristo en tu vida hace una diferencia increíble. No es lo mismo caminar la oscuridad y el
desierto a solas, que tenerlo a él caminando contigo. Porque será tu luz, tu compañía fiel, tu
Salvador Eterno. Tu puente, tu enlace,
tu todo.
Autora:
Brendaliz Avilés
Autorizado a
Publicar en: www.brendalizaviles.com