Hace algunos días estaba sentada en un restaurante, ya que estabamos celebrando el cumpleaños de mi madre en familia. Siempre he sido muy observadora, me encanta ver y descubrir cosas nuevas. Soy de naturaleza curiosa y sensible. Una de las cosas que observé fue a una niña cantando parte de la canción que sonaba en la radio. Verdaramente se veía muy feliz. Te has puesto a meditar ultimamente cuando fue que dejaste que saliera algo de ti de forma natural y sin pensarlo mucho. Una buena carcajada, un buen chiste, entonar una canción a viva voz aunque estés desafinado. Andar desarreglada y al natural solo porque sí, permitirte disfrutar de la brisa del campo o estar en silencio junto a las personas que tanto quieres. Podrían ser tantas cosas las que te gustaría hacer y que ultimamente no te has dado el tiempo de vivirlas.
Yo creo que el ser humano tiene muy arraigada dentro de sí, la necesidad de comunicarse, manifestarse y expresarse. Tal vez por eso unos lo hacen escribiendo, cantando, pintando, cocinando, cociendo, dibujando, prestando su ayuda a los más necesitados, etc. Pensaba yo por ejemplo, en que hay que ventilar una gran sonrisa ante una alegría. Hay que ofrecer una sonrisa aunque la persona a la que se la ofrezcamos sea desconocida y no nos corresponda de igual forma. Porque la sonrisa es contagiosa y hace que los rostros humanos se vean más hermosos. Hay que robar más besos y dar más abrazos. Multiplicar soluciones y restar problemas. Dividir las bendiciones para que a todos les toque aunque sea una y sumar la cantidad de gente a las cuales le podemos llevar el mensaje de amor y esperanza.
No podemos paralizarnos ni dejar de expresarnos por miedo al qué diran o a que nos malinterpreten. Quien sabe si tu tengas la respuesta a una pregunta que alguien tenga y cuando expreses lo que sientes y piensas podrás ser de gran ayuda. Alguien necesita escucharte cantar aunque lo hagas desafinado. Alguien necesita que le prestes el pañuelo o le brindes una mano amiga incondicional. Nuestra asignación de alguna manera es manifestar a través de nuestras vidas y de nuestras acciones que Jesucristo habita en nuestros corazones y que nuestra vida es mejor gracias a que él existe en nuestras vidas.
No temas ser tu mismo, ni mucho menos expresar tus ideas y tus sentimientos.