UNA CARTA DE DIOS PARA TI
Mi querida
hija:
Lo primero
que quiero hacerte saber el día de hoy es con cuánto amor te amo. Un amor tan inmenso, infinito y profundo con
el cual nadie jamás podrá amarte. Fui yo
quien te iba dando forma en el vientre de tu madre mientras ibas creciendo y
desarrollándote dentro de ella.
Soy quien ha
estado ahí, bajo cualquier circunstancia durante toda la trayectoria de tu
vida. En días claros como grises; bajo
sol y bajo lluvia. Cuando ha habido
sombra y neblina o cuando ha salido el arco iris. He estado a través de tus victorias y en
aquellos episodios donde has experimentado la derrota. Cuando todo ha sido exitoso, pero también
cuando han llegado tragedias personales a tu vida. Y esas tragedias te han hecho pensar que mi
mirada se ha apartado de ti.
He sido tan
fiel con mis sentimientos hacia ti que aún cuando en medio de los procesos,
muchos queriéndote ayudar te han confundido y hecho pensar que no debo estar
contigo o que no es parte de mi plan… He ido infundiéndote aliento calladamente
y de tal modo que has sabido que yo soy el único que puedo estar ahí siempre
para ti, porque de otro modo no hubieras
podido.
Mi amor hacia
ti no está limitado ni sujeto a tus pensamientos o propias emociones y
sentimientos. Yo soy superior a todo lo
que te rodea llámese como se llame. Mi
incondicionalidad es parte de mi naturaleza.
Y muy a pesar de que existan cosas que ahora no entiendes, yo soy y
seguiré siendo real en tu vida y en la de todo aquel que me recibe.
Deseo que en
este momento no pierdas la paz, la serenidad y mucho menos tu confianza en
mí. Deja de hacerte daño torturándote,
pensando que es tu culpa, que no eres lo suficientemente buena o que ha sido un
castigo lo que estás recibiendo. ¡No, no
es nada de eso! Eso es lo que quieres
que piense el enemigo para alejarte de mi propósito y de mis brazos. Que sientas que estás tan lejos y distanciada
de mí que no habrá nada que pueda volver a acercarte. Pero mi amor, mi niña preciosa, soy Soberano,
nada nunca podrá alejarte de mí a menos que tú lo decidas y aún así siempre
estaré presto escuchando y aguardando tu llegada.
¿Puedes
seguir confiando en mí con los ojos cerrados?
Con tu mente concentrada y segura de que te llevaré siempre a un lugar
cerca de mi corazón en que aunque azoten las tempestades puedas estar a salvo y
protegida. ¿Puedes entonar una canción
que solo puede cantar un alma que a pesar de las circunstancias puede
alabarme? ¿Puedes ofrecerme una sonrisa
serena aún cuando ahora mismo hay tanto dolor en tu corazón? Prometo que he de bendecirte y premiar tu constanza
y confianza en mí.
Hija, sigo
siendo el que ve más allá del camino y de la pared que no puedes ver ni
atravesar ahora mismo. El que vigila tus
sueños en la noche, considera tu ansiedad en el desvelo y la frustración y
quien por la mañana hace que tu corazón lata para que puedas enfrentar el día,
aún cuando sientes muchas veces que no podrás.
¿Puedes ver que aunque has pensado que no vas a poder más, aquí estás,
dándole frente a esta prueba? Sigues
viva, tu corazón se ha mantenido latiendo aún cuando muchas veces lo crees a
punto de explotar e inerte.
Soy tu Padre,
no te dejaré ni te desampararé. Soy tu
guardaespaldas, protector, abrigo y la roca alta donde te refugias. Todos mis hijos son mis favoritos para mí, porque
a cada uno los conozco y los he amado con amor especial. Permite que la brisa de hoy te susurre
suavemente que te quiero y que eres parte de mi corazón, pero que yo también
soy parte de tu corazón. ¡Calma,
tranquilidad, paz, que no se turbe tu corazón, no tengas temor! Sigues estando en mis manos y en mis manos
siempre estás segura porque no te dejaré caer.
De tu Padre
que te ama más que nadie en este mundo,
Dios
Autora:
Brendaliz Avilés
Autorizado
Para Publicar En: www.brendalizaviles.com
Escrito el:
31 de mayo de 2012