Dedico este escrito a dos de mis fieles lectores:
Eduardo Luis (Venezuela) y Tavita Morales (México)
Cada vez que atravieso diversas situaciones que parecen querer quitar mi paz. Cada vez que me toca enfrentar la tristeza o sentir la impotencia. Cuando a pesar de mi fe, veo todo el panorama totalmente contrario a lo que estoy esperando. Cuando mis recursos menguan y las preocupaciones y preguntas acerca de qué puedo hacer alteran mi mente... Hay un versículo que trae mucha paz a mi corazón. “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí”. (Juan 14:1)
El diccionario define la palabra turbarse como: quedarse [una persona] confundida, sin saber qué hacer ni qué decir. Alterar o conmover el estado o curso natural de una cosa”. Hay momentos en que queriendo reaccionar nos quedamos paralizados. Queriendo ver la luz, todo se ve oscuro y tenebroso. Quieres correr pero apenas puedes dar unos pasos. No hay duda de que el temor nos paraliza, nos amedrenta, nos espanta, nos estanca.
Sin embargo, Jesús le dijo a sus discípulos: “no se turbe vuestro corazón”. El corazón es la cuna de los pensamientos. De él nacen las cosas buenas y las malas también. Solo centrados en los pensamientos correctos, solo anclados al amor de Dios, podemos creer que lo imposible puede ser posible. Solo con la fortaleza que su esperanza y amor nos da, podemos experimentar paz cuando hay una tormenta o un caos alrededor de nosotros queriéndonos azotar.
No se puede negar que nuestra mente es muy poderosa. Lo que pensamos tiene un poder increíble en nuestras vidas. Por eso es tan importante atesorar la Palabra de Dios es nuestros corazones. A esas palabras acudimos, son las que recordamos y que Dios trae a nuestra memoria para que sigamos recordando que él tiene el control de absolutamente todo.
Desconozco la situación que puedas estar atravesando en tu vida, lo que te está robando el gozo, lo que te puede estar quitando la paz y la estabilidad. Pero, Dios hoy te recuerda las palabras que Jesús dijo a sus discípulos queriendo que se centraran no en el panorama presente que enfrentaban sino en la eternidad. No que se enfocaran en la soledad, sino en su compañía que permanecería siempre con ellos aún cuando no pudieran verlo terrenalmente.
Siempre he pensando que si tengo a Dios como centro de mi vida, él me guardará en completa paz. Porque así lo dice en su palabra. Así que constantemente las palabras de este versículo retumban en mi corazón para que mantenga la calma cuando todo amenaza con que la pierda. ¡No te turbes! ¡Cree en ese poder inmenso y en ese amor infinito de tu Padre Dios que te ama y jamás te abandonará!
Autora: Brendaliz Avilés
(http://EscritosdelSilencio.blogspot.com)