Mujer…
Entre tanta
belleza y esplendor de todo lo creado, tú eres la corona de la creación. No existe nada que supere la hermosura que el
gran Creador te entregó. Él depositó
sobre tu interior unos matices delicados, pero una fortaleza muy grande. En ti hay un brillo más resplandeciente que
las estrellas del firmamento. No eres
cualquier cosa, a los ojos de Dios tienes mucho valor y estima. La dimensión con la que amas, la manera con
la que entregas, la pasión que colocas en lo que haces y la dedicación que
caracteriza las cosas que realizas. Eres
más cálida que el sol de la mañana y tienes más plenitud que la luna cuando
está llena. Tienes la ternura de un
dulce pajarillo y la delicadeza de las más preciosas flores. Tu candidez tiene la capacidad de cautivar
hasta el más cruel corazón. Iluminas con
tu sonrisa todo cuanto te rodea. Tu nobleza
y feminidad capturan, seducen y atrapan.
Tu inteligencia, gracia y soltura hacen que corras con la libertad de la
gacela. La sabiduría que vas adquiriendo con el paso de los años da un toque
que elegantemente te dan más atractivo y confianza. Eres el detalle más sublime con el cual Dios
colmó la Tierra y selló su creación.
Fuiste hecha para ser cuidada, protegida y amada. Dios te llenó de atributos maravillosos y
singulares para que en ti se proyectaran los más intensos y hermosos
sentimientos del Creador. ¡Amate,
cuídate, respétate valorízate, lucha por tus ideales y nunca te permitas
sentirte inferior! Eres la niña de los
ojos de Dios, ¡sueña en grande y nunca te rindas!
Autora:
Brendaliz Avilés
Autorizado
Para Publicar En: www.brendalizaviles.com