LA GRÚA DE LA
AMISTAD
No sé si él
me escogió a mí, pero pienso que yo lo elegí a él primero. Lo elegí porque me pareció especial y porque
a pesar de que tiene unos pocos años menos que yo, sabía que tenía la
suficiente capacidad como para poder comprendernos. Es mi amigo Emanuel, pero no solo mi amigo,
porque lo considero el hermanito varón que nunca tuve. Un chico enérgico, lleno de vida, talento y
sueños. Con un corazón enorme y una voz
para cantarle a Dios demasiado hermosa.
Cuando él se para y habla o canta, simplemente brilla y si sonríe el
mundo se ilumina.
Este año que
pasó no ha sido nada fácil para mí y este que comenzó a pesar de todos mis
buenos deseos, positivismo y ganas tampoco ha comenzado airosamente. Son muchas las preocupaciones que últimamente
tengo y las tristezas han amenazado con enloquecerme. Pero hay amigos y personas que son tan
especiales para mi vida y han sido como el sol en medio del invierno.
Hace dos días
me encontraba profundamente triste, abrumada y preocupada. Creo que mi amigo lo notó porque me llamó y
aunque yo escuchaba lo que él me decía, era poco lo que yo hablaba. Solo contestaba con algunos monosílabos, lo
que no es muy usual en mí. Pero en la
noche él me llamó emocionado, tenemos cuatro horas de diferencia en los
horarios. Que estaba buscando una ayuda
que necesitaba, que las puertas, no estaban cerradas para mí y que Dios me iba
a ayudar en todo este proceso.
Pero en
verdad lo que más me conmovió y me hizo sacar una carcajada y sonreír en el
preciso momento antes de acostarme, fue cuando Emanuel me dijo: “por ti,
bajamos la luna si es necesario, buscamos una grúa y la bajamos”. En mi mente imaginé a mi amigo con una grúa
intentando bajar la luna. Algo que sería
una proeza grande, porque literalmente la luna no se puede bajar. Sin embargo cuando un auto se daña, se queda
en el camino, cuando ocurre algún accidente y no tenemos a quién mas recurrir… Ante tal emergencia llamamos a la grúa para
que nos auxilie, para que nos venga a rescatar.
Así son
precisamente los amigos, en muchas
ocasiones de nuestras vidas ellos son como esa grúa que arrastra los autos. Ellos son esa grúa que nos levanta cuando
estamos caídos y si nos detenemos, nos empujan para que sigamos adelante y no
nos detengamos. Nos remolcan cuando nos
sentimos casi muertos, desechos y muy heridos por las situaciones de la vida. Tal vez los verdaderos amigos no son muchos,
pero los que son genuinos, llegarán sin ser llamados cuando más los necesites.
Habrá
momentos en que tengas que enfrentar el desierto y la soledad solo con la ayuda
de Dios. Y en el trayecto, no
entenderás y llorarás como pajarito herido, es entonces cuando las alas del
Señor más fuerte te cubrirán. Es parte
del proceso de maduración que uno tiene que enfrentar muchas veces en la
vida. Pero, Dios nunca te dejará solo,
cuando menos lo esperes, enviará esos angelitos con sus grúas para ayudarte a
continuar.
Pero si
quieres tener amigos, recuerda que debes ser un amigo también. Habrá momentos en que tú debas ser la grúa
que remolque a muchos de tus amigos para que ellos puedan seguir adelante.
Finalmente,
quiero agradecer a mi tan querido amigo Emanuel, por ser una de las grúas que
Dios ha utilizado en este proceso de mi vida para recordarme que debo seguir
adelante y que es mucho el camino que nos falta por recorrer. Por querer aumentar mí fe cuando todo
pareciera perdido. I love so much my brother! ¡Te amo
hasta el cielo!
Autora:
Brendaliz Avilés
Escrito Para:
www.brendalizaviles.com