viernes, 24 de julio de 2009

Cuando las Emociones son más Fuertes que la Razón y el Amor Hacia Dios


Cuando las Emociones son más Fuertes que la Razón y el Amor Hacia Dios

No cabe duda que mientras estemos en esta tierra estamos sujetos a las pasiones. Nuestra carne busca alimentar las cosas efímeras y materiales. Pero tenemos que tener mucho cuidado cuando nuestras emociones nos convierten en personas volubles. Tenemos que estar conscientes de que si nos dejamos llevar por los sentimientos en todo momento seres como veleta u hoja que lleva el viento hacia cualquier parte.

Una historia que llama mi atención de manera relevante es la de Sansón. Es ver cómo un gran hombre de Dios pierde un futuro brillante por vivir sujeto a sus deseos y a sus pasiones momentáneas. El libro de Jueces, capítulo 16:15-20 relata lo siguiente: “Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él.

Sinceramente yo me pregunto cómo es posible que Sansón no se diera cuenta de que Dalila lo estaba engañando. Cómo fue que no analizo que “casualmente” cada vez que ella le preguntaba de dónde provenía su fuerza y él le decía una mentira, llegaban los filisteos a atacarlo. ¿Hasta que punto el amor hacia esa mujer lo había enajenado de la realidad? Dalila era una mujer muy astuta, tenía sus mañas, no fue en vano que aquellos filisteos la habían contratado para que lograra “desarmar” al fuerte Sansón. Algo me dice que a Sansón en esos momentos le faltaba comunión con Dios. ¿Por qué cómo te explicas que no pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando? Él descubrió su gran secreto, desarmo su corazón a una enemiga que él pensaba que lo amaba. ¡Cuán engañoso es nuestro corazón! Así como Dalila fue persistente, el enemigo es constante y paciente. Él vigila cualquier oportunidad para tratar de arrebatarnos aquellas cosas hermosas que Dios ha depositado en nuestras vidas. Se presenta a nuestras vidas de manera engañosa y sutil. Busca algo que llame nuestra atención y lo coloca en bandeja de plata.

¡Qué tristeza tan grande me da! Pensar que un héroe que pudo haber marcado de forma más grande y más positiva la historia, queda ciego, es escarnecido y burlado. Y termina muriendo junto con sus enemigos. Pudo haber muerto lleno de canas, de hijos, de muchas más grandes historias de fe. Pudo haber realizado muchas más grandes proezas si tan solo hubiera cuidado su corazón y no hubiera revelado su gran secreto a la persona equivocada. Pero Dios es tan grande que no nos oculta la historia de estos grandes hombres que existieron. Nos cuenta sus victorias y sus derrotas, para que conozcamos a lo que estamos expuestos y evitemos caer en la trampa. Hay momentos en que es mejor correr. No por cobardía sino por precaución.

Por eso querido lector, ten cuidado por la senda en que andas. No te vaya a pasar como a Sansón que ni cuenta se había dado de que el espíritu de Jehová se había apartado de él. El chico o la chica pueden lucir muy apuestos, pero tal vez, no sea la persona que Dios tiene para ti. Aquella oferta parece tentadora, pero te puede apartar de un plan mucho mejor. Es posible que aquello que parezca una puerta sea una gran trampa. Por eso es necesario que tengas una vida devocional con Dios. Que no te apartes ni a derecha ni a izquierda. Porque en esta vida puedes tratar de engañar a mucha gente, pero a Dios jamás. Porque puedes pensar que nadie te ve, pero a tu conciencia no la puedes callar. Dios nos ha dado sabiduría y es para que la utilicemos bien. Es significativo sentir, pero también es de vital importancia evaluar nuestras decisiones, que nos pueden evitar grandes disgustos.

Autora: Brendaliz Avilés

Palabras que Transforman


Palabras Que Transforman

Cada cosa que acontece en nuestras vidas nos marca de manera positiva o negativa. Puede producir en nuestro interior innumerables sentimientos y pensamientos. Causa huellas de amor o cicatrices de dolor. Cada palabra que alguien pronuncia puede producir muerte, vida o resurrección. Declaramos o confesamos bendición o maldición. Y aunque muchas veces queramos ser inmune a las cosas que nos dicen, no podemos negar que en nuestra humanidad, muchas de ellas nos afectan. Sobre todo cuando esas cosas que hablan son falsedad y mentira.

La Biblia dice lo siguiente sobre esto en el libro de Mateo 5:10-12,
“Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros”.

Pero hay que reconocer que no es fácil soportar situaciones así y mucho menos las recibimos en nuestras vidas con alegría y como bendición. De hecho sentimos indignación, molestia, tristeza y tantas emociones encontradas. Nos preguntamos: “¿por qué a nosotros?”

Sin embargo no quiero que al leer esto te enfoques en aquellas palabras que te hirieron o lastimaron. No quiero que pongas tu atención en esas frases hirientes que hasta el día de hoy recuerdas con infelicidad, que te agobian y que aún causan inseguridad en ti aunque seas considerado una persona de “éxito” para los demás. Tal vez esas palabras fueron el motor que te impulsaron a que demostraras al o los que las pronunciaron que estaban equivocados respecto a ti.

Si quiero que pienses en todas esas palabras y frases hermosas que Dios ha dicho sobre ti. Aquellas que lograron recomponer tu corazón cuando estuvo hecho añicos. Esas que renovaron tu espíritu cansado o que despertaron en ti los sentimientos más bellos. Ese: “eres especial para mí”, “te quiero y te guardo como a la niña de mis ojos”, “instrumento útil me eres”, “tú puedes”, “yo voy a ti”, “no te rindas ni desmayes porque yo estoy contigo”, ese “tu vales mucho y me importas”. Esa frase que te ha sustentado en el desierto o que en momentos de grandes pérdidas han permitido que no enloquezcas. Tal vez un “¡Dios te bendiga, no estás solo!, “lograrás salir hacia adelante”, “el que persevera alcanza”, “yo soy tu Dios quien te sostiene, te guía y te dice no temas”. Ese importante “aunque tu padre, madre, amigos o seres queridos te abandonaren, yo nunca te abandonaré”. Si analizamos, pensamos, recordamos y reflexionamos, encontraremos que son tantas las palabras hermosas que Dios ha depositado sobre nuestras vidas. Han sido muchas las situaciones en que ha utilizado a las personas que menos te imaginas, la canción que menos pensabas, el libro que menos leías y que ha traído cientos de señales para hacerte sentir que su presencia está contigo todos los días de tu vida y que su amor nunca se acorta, sino que se acrecienta con cada día que pasa.

Son esas palabras hermosas y sus promesas las que han dado luz a tu existir y han alumbrado las tinieblas. Las que has abrazado y cobijado en tu alma. Las que recuerdas cuando nada parece tener sentido o cuando nadie cree que podrás lograrlo. Son ellas las que han sido claves y determinantes cuando has emprendido nuevos proyectos, o cuando la duda ha querido visitarte. Son esas palabras que han modificado tus hábitos de conducta, que te han hecho crecer, dar frutos, ser mejor persona, sentirte diferente. Son las que te han dado un valor exclusivo como hijo de Dios, las que te han hecho sentir aceptado cuando el mundo te ha dicho “no”. Quien oye las palabras de Jesús, jamás vuelve a ser igual. Porque ese toque especial sin igual solo es Dios quien lo puede dar y sus palabras y promesas nadie te las puede quitar.

Autora: Brendaliz Avilés

PD. Interesante, no vemos las palabras de forma tangible, pero que poder ejercen sobre nuestras vidas. Dan aliento, amor y esperanza y se sienten tan fuertes y tan dentro de nuestro corazón.

Yo sé que me responderás

 ¡Dios mío alzo mis ojos a los cielos!  Solo a ti que eres el único que tiene misericordia de mí y puede ayudarme. A ti que ves aún en lo se...