Tú Caminas en mi Corazón
Gabriela:
¿Quién eres? ¿Con qué motivo has llegado? ¿Por qué razón sin autorización has invadido mi espacio? ¿Con qué permiso te atreves a traspasar las murallas que en mi corazón había construido para protegerme? ¿Por qué cuándo siento tu presencia algo dentro de mí se estremece?
¡Dime! ¿Por qué sigilosamente llegaste sin anunciarte y trazaste una ruta para irrumpir en mi alma? Siento tus pasos contundentes, ¡tú caminas en mi corazón! Pude sentir cómo lentamente te introdujiste con movimientos firmes, pero a la vez frágiles. ¿Por qué propicias y enciendes la llama? ¡Acaso quieres provocar un incendio! ¿Cómo es que tu amor se ha plasmado en mi interior? ¿Cómo es que tu llegada me sorprende?
Estéfano:
Soy un caballero de carne y hueso, vengo a agasajarte con mi amor. Quiero que mis palabras penetren en tus oídos y hagan consciente al subconsciente y a tu corazón, que por mucho tiempo ha aguardado mi llegada. No tengo más motivos que el de amarte, pero tuve que irrumpir silenciosamente, pues si te avisaba era posible que huyeras de mí.
Sin ser mago o adivino he querido auscultar en tu ser y sin saber de placas ni rayos x, le he sacado una radiografía a tu alma. Los resultados revelan que aunque has tratado de correr para salvarte de mí, inevitablemente te has impregnado con la fragancia dulce que mis palabras te han dejado.
Gabriela:
¿Acaso te sientes muy seguro? ¡Lograré desprenderme de este sentimiento! No quiero que me persigas como si fueras una sombra. ¡No quiero que me arrulles con tu poesía empalagosa! Mi corazón no quiere ser domado. ¿Con qué artilugios y artimañas vienes hacia mí? ¿Por qué cuándo deseé la flor, no llegaste, estuviste ausente? ¿Por qué en mi jardín un día vi que se marchitaron las rosas de mi esperanza? El tiempo pasó, ¿por qué llegaste ahora?
Estéfano:
¿Por quién me tomas? ¿Acaso no logras ver que soy sincero? ¿Es que no sientes cómo mi pecho arde y delira de amor por ti? Y en las noches te sueño y digo tu nombre en voz alta. Te digo mía y vienes a mi encuentro sonriendo. Es demasiado lo que por ti siento. Me dediqué por un tiempo a conocerte y fue tan grato y deslumbraste lo que vi, que me quedé prendado de ti.
Gabriela:
¿Será acaso que sin percatarme, mi corazón hizo un llamado y tú lo escuchaste? Pues ahora siento como un alboroto en mi interior y no logro desprenderme de ti por más que lo intento. Volcaste mi corazón, le diste un giro de ciento ochenta grados. Tú caminas en mi alma, siento tus pasos, mi corazón no se resiste, es verdad que lo has calado muy hondo. Como un imán corre atraído tras tu ser. Si esto es así, entonces, quédate aquí y no te vayas nunca. Aférrate con fuerza a mi brazo. ¡Camina, corre y descansa por siempre y para siempre en los espacios de mi vida!
Estéfano:
Yo caminaré, seré tu guardián y tu aliado, tu cómplice y tu complemento. Te susurraré mil te quiero y cada día te demostraré que hiciste bien en aceptar el llamado que mi corazón enamorado y solitario te envió. Caminar sobre tu corazón será por siempre mi ilusión, para poder obsequiarte todo este amor que un día provocaste a mi razón.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com