Amar es una decisión.
Al amor lo sientes cantar dentro de tu alma y estremecerte con su sinfonía
armoniosa. El amor hace que el cielo se
vea iluminado siempre con estrellas de esperanzas y hace que la luna repleta se
vea más plateada y brillante.
Alguna vez
alguien dijo: “Nacimos para vivir, vivimos para soñar, nuestro destino es
morir, pero nuestra misión es amar”. “La
soledad no es buena compañera, hemos nacido para estar acompañados, no para ser
islas desiertas”, decía es escritor.
El amor
implica acción y amar es un verbo que hay que conjugar. Pero, ¿qué es amar y cuál es su implicación? Amar es llenarse de momentos sencillos y
cotidianos que se convierten lentamente en un tesoro. Para vivir plenamente hay que amar. Amar a manos llenas y con el corazón completamente
abierto, no miserablemente ni mezquinamente.
Es sentir los latidos de tu corazón de una forma diferente cuando estás
al lado de esa persona. Cuando
comprendes que amas es porque esa persona especial echó raíces en tu corazón y
difícilmente la puedes arrancar de tu interior, porque su semilla germinó
dentro de ti. La persona amada se sembró
tan profundamente en tu ser entero y en tu corazón que sin darte cuenta un
jardín comienza a florecer. Y sentir
esas flores creciendo muy adentro del pecho, da una sensación de dicha, paz y
felicidad.
Amar es cuando
una persona camina sobre tu corazón y va dejando huellas tan exactas y
profundas que no las logra borrar ni la tormenta más fuerte. Es no querer perder ni siquiera los más
breves instantes porque tu corazón se siente inerte si él o ella no están junto
a ti. Sentir la ausencia del ser apreciado
llena el alma de una tristeza inexplicable porque te sientes incompleto(a) sin
tu otra parte. Porque el ser amado te
complementa como nadie más puede hacerlo.
Porque la respiración es mejor cuando aspiras el amor a bocanadas y tu
lado se encuentra tu otra parte.
Amar es
llenar la copa hasta que se colme, es acortar distancias y construir puentes. Es querer que el tiempo se detenga solo
porque estás con esa persona. Y no mirar
a nadie más, porque nadie más puede llenar las expectativas que construiste en
un mundo que solo tiene tu nombre y el de la persona amada.
Es saber que
toda la vida estuviste orando y pidiéndole a Dios por una persona justamente
como la que tienes a tu lado. Entonces
decides avanzar, dar un paso más y comprometerte con fidelidad, pureza,
sinceridad y respeto. Sin miedos, porque
esa persona hace que desaparezcan las dudas.
Y cuando miras sus ojos, descubres que tu mirada está en sus ojos, pero
que la de él o ella está en los tuyos también.
Cuando amas,
ya nada más importa. Dos carnes se unen
convirtiéndose en una, dos almas se compenetran y conectan. Dos corazones se transforman en uno para
calentarse mutuamente. Y cuando el
amor se fusiona, evoluciona. Y cuando evoluciona, traspasa. Y cuando traspasa, ya no te perteneces sino
que se pertenecen el uno al otro. Porque
cuando se pertenecen pueden vivir incendiados para siempre de esa llama que
arde, que arrasa y que nunca se extingue.
En el amor no
existen plurales, ni lo tuyo, ni lo mío porque todo es nuestro. Ni puede existir el egoísmo porque entonces
se va marchitando lentamente la flor. No
se puede pretender absorber todo sin dar nada a cambio. Porque amar es protección y cuidado, es entrega y difícilmente
cambia o perece.
El amor
requiere de paciencia, de guardar muchas veces silencio. Es equivalente a desprenderse y no se
desvanece. Al amor no lo pueden ahogar las aguas, ni quemar la llama.
Porque
ustedes son el uno para el otro, porque sus corazones se pertenecen. Y porque de hoy en adelante emprenden un viaje
en el que no hay vuelta atrás. Mirando
hacia adelante y tomados siempre de la mano, su sueño de amor se convertirá en
realidad. Y yo solo puedo desearles una
vida plena de felicidad. ¡Qué Dios los
bendiga siempre!
Autora:
Brendaliz Avilés
Escrito
Especialmente Para la Boda de Mi Amigo Alfredo y Ana
Autorizado
Para Publicar: www.brendalizaviles.com