Mi Padre y Yo
Dicen que el amor de una madre es incomparable y eso es cierto porque las madres aman a sus hijos de forma especial. Pero del mismo modo, es bien cierto que el amor de un padre es incomparable también. Yo lo sé porque lo he vivido. Porque en medio del proceso actual que estoy viviendo y desde que tengo uso de razón, mi padre ha sido protector, proveedor, consejero y muchas cosas más.
Todos los días veo a mis hermosos padres orar y clamar a Dios por mí y por mi hermana. Tal vez, gracias a ese amor y a esa confianza que me han brindado es que yo puedo sentir tan cerca el amor de mi Padre Celestial. Pienso que si mi padre ha perdonado ofensas y errores que he cometido, con el mismo amor y misericordia, Dios me cobijará. Que cuando tengo necesidad acudo a mi padre y él provee, de igual forma Dios ha sido mi provisión continuamente.
Sé también que cuando algo me duele muy profundo en el alma, mi papá lo sabe y sé también que se toma el tiempo para escucharme. Por tal razón siempre comparo el amor de mi padre con el amor de mi buen Dios.
Sé también que cuando algo me duele muy profundo en el alma, mi papá lo sabe y sé también que se toma el tiempo para escucharme. Por tal razón siempre comparo el amor de mi padre con el amor de mi buen Dios.
Mañana se celebra el Día de los Padres en muchos lugares del mundo. Muchos “malos” hijos o ingratos, irán al asilo para acallar sus conciencias; otros compraran un regalo de acuerdo a su presupuesto. Pero creo que el mejor regalo que un hijo puede darle a un padre, es su amor, su tiempo, compañía y presencia. Que cuando el padre lo necesite ese hijo esté ahí para él. Poder seguir los buenos consejos, de vez en cuando salir a pasear sin que aparentemente exista una fecha especial en el calendario. Es bueno que se les honre una vez al año, pero mucho mejor es honrarlos y amarlos siempre. Es bueno comprar un regalito y obsequiárselo, pero más hermoso aún es el regalo de tu sinceridad y de que el sepa que lo amas independientemente del tamaño de tu regalo.
Tal vez alguien mire a mi papá y no vea en él nada especial. Pero yo que soy su hija, que lo conozco, que he sentido su compañía en mis desvelos, que lo veo mover el cielo y la tierra por mí de ser necesario. Yo que todos los días puedo darle gracias a Dios porque él existe en mi vida y me ha corregido, instruido, animado y creído en mí, tengo que darle la gloria a Dios por él.
Algunas veces es serio y callado, otras melancólico y risueño. Pero para mí, mi padre es el mejor. No tiene grandes títulos terrenales, pero veo en él a un siervo de Dios. Más allá de eso, su amor me lleva a pensar en Dios. No es tampoco de la alta alcurnia, ni posee mucho dinero. Pero ha sido fiel a Jehová y a su familia. Cada día trata de no ofender ni hablar mal de nadie. De no juzgar, de llegar a la estatura de Cristo. En fin, ¡Feliz día de los Padres a todos esos hombres excepcionales! Pero de manera muy especial mis felicitaciones y todo mi amor a mi padre que vale más que todo el oro del mundo.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com