¡NO RETROCEDAS!
“No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma”. (Hebreos 10:37-39)
Subir una cuesta es difícil, bajarla es mucho más fácil. Pero, ¿por qué piensas en retroceder si ya estás a punto de llegar? Nunca olvidaré un viaje que hice al Bosque Seco de Guánica. Un lugar bastante caluroso donde el camino es largo y pedregoso. El guía nos dijo que si queríamos podíamos tomar un camino que nos conduciría a un paisaje maravilloso. Así fue que todos emprendimos el viaje, pero mientras íbamos, algunos se daban la vuelta y abandonaban el camino. Otros a mitad de camino, se cansaban y se devolvían.
Y ahí íbamos nosotros la minoría, del grupo ya no quedaban muchos. Algunos con los pies cansados, otros se habían lastimado el tobillo, unos sedientos con la lengua por fuera y otros bien fatigados. Pero íbamos de camino, aún no nos habíamos rendido a pesar del calor y del tiempo que había transcurrido. Cuando de repente, se le ocurrió a alguien decir que no siguiéramos, que nos devolviéramos, que faltaba aún mucho para llegar. Y aún cuando yo quería seguir el camino y ver el paisaje, me devolví.
La travesía se me hizo más larga, estaba triste, molesta, cansada y lo peor es que… ¡no había podido ver ni disfrutar del paisaje del cual tanto me habían hablado! No puedo culpar a nadie, yo tomé la decisión de abandonar aún cuando no quería. Pero entre el grupo, hubieron menos de 10 personas que insistieron en seguir sin retroceder ni para mirar lo largo del sendero que habían caminado. Ellos llegaron a la meta sin importar lo que dijeron los demás, ni que dejaron el camino. ¡Vieron la vista espectacular y disfrutaron del aire puro! Pero también nos dijeron a los que estuvimos a punto de llegar y que nos devolvimos, que habíamos estado a tan solo 10 ó 15 minutos de haber llegado hasta el lugar que queríamos ver. ¡A mí me quería dar algo, el sentimiento de impotencia afloraba en mí ser! Les contaré que salí de aquel viaje totalmente frustrada y enojada, ¡todo por no haber hecho caso a mi instinto!
Aplicando esta experiencia a mi momento actual, pienso que la vida es exactamente así, no solo en el plano espiritual, sino también en el ámbito secular… A veces queremos rendirnos cuando estamos a punto de llegar. Se nos vienen montones de pensamientos a la cabeza haciéndonos creer que no debiéramos continuar. Nosotros no debemos hacer caso a aquellas voces de personas que tratan de desalentarnos, diciéndonos que es muy largo y empinado el camino, que no vamos a llegar o que en vez de servir de puentes, sirven como piedra de tropiezo para que nos desanimemos.
Me parece escuchar la voz dulce y sublime de Dios, esa que habla directamente al corazón, echándonos porras, diciéndonos palabras alentadoras tales como: “tú puedes, yo voy a ti, eres especial, eres mi hijo, yo voy contigo o no te preocupes”. Palabras para que nos atrevamos llegar a la meta sin tornar nuestra mirada atrás, para que tengamos la certeza de que él va con nosotros en el trayecto de todo el camino. Pablo decía que nosotros no somos de los que retrocedemos, sino de los que vamos mirando al frente donde sabemos que nos espera Jesús.
Mucho aprendí de aquella experiencia, porque muchas veces si retrocedemos en nuestras vidas, no podremos disfrutar del hermoso paisaje y las bendiciones hermosas que Dios tiene reservadas para cada uno de nosotros. Yo he propuesto en mi corazón seguir adelante hasta que Cristo me venga a buscar o la muerte me lleve. Y también he dispuesto que sea como sea no me quedaré con los brazos cruzados, sino que seguiré luchando hasta alcanzar lo prometido, hasta poder mirar el paisaje que Dios tiene preparado para mí.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
¡Bienvenidos! Este lugar ha sido diseñado con el propósito de bendecir, dar una palabra que estimule, restaure y aliente tu corazón. Que encuentres un mensaje de ánimo o una palabra de amor para compartir con otros. ¡Dios los Bendiga! Pido al Señor que de alguna manera toque tu corazón a través de esta página.
lunes, 11 de julio de 2011
Mi alma con sed de tú presencia
Mi alma tiene sed de tú presencia, mi boca quiere probar del pan que solo tú puedes dar y que sacia. Dios cada día necesito más de ti en mi vida. Permíteme ascender hasta llegar al mismo centro de tu corazón, para poder venerarte, honrarte y reciprocarte todo ese que tienes por mí.
Autora:(Brendaliz Avilés)
Autora:(Brendaliz Avilés)
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