DIOS SIEMPRE TE ACOMPAÑA
Dios está muy cerca, no tienes que mirar al cielo porque su amor te rodea siempre. Está justo a tu lado, presente, porque es Omnipotente y Omnisciente. Sus fuertes brazos refuerzan tus hombros cuando sientes que la soledad te abruma o el frío te sobrecoge por las noches.
¿Por qué sentirlo lejos si él está tan accesible a ti? Si su gran amor puede llenar cada espacio de tu ser, inundar cada poro, fortalecerte aún en medio de tus debilidades.
A veces caminas, buscas, te pierdes y no te percatas que sus ojos te vigilan. Buscas refugiarte en personas que no te entienden, pero a él lo ignoras o lo cuestionas. Dios desea que converses con él para que sientas su cercanía, pero hablas con todos menos con él. Y ese tiempo que pierdes sin conectarte con él es un tesoro que no aprovechas.
Pero el día de hoy, él quiere que lo recuerdes. Que pienses y sepas que el está bien cerca, siempre accesible a ti. No te dejará ni te desamparará. ¡Seca esas lágrimas y sonríe! Sonríe porque con él te esperan cosas hermosas, días maravillosos, sueños que realizar y nuevas cosas que descubrir. Recobra el ánimo y nunca te olvides que Dios siempre te acompaña.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
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¡Bienvenidos! Este lugar ha sido diseñado con el propósito de bendecir, dar una palabra que estimule, restaure y aliente tu corazón. Que encuentres un mensaje de ánimo o una palabra de amor para compartir con otros. ¡Dios los Bendiga! Pido al Señor que de alguna manera toque tu corazón a través de esta página.
lunes, 27 de septiembre de 2010
jueves, 23 de septiembre de 2010
QUE TU ACEITE NO SE ACABE
Que tu Aceite NO se Acabe
“Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas”. (San Mateo 25:3,4)
Que tu aceite no se apague porque es el símbolo de Su presencia en ti.
Que no escasee en tiempos de crisis donde otros necesitan que lo compartas. No permitas que como aquellas 5 vírgenes imprudentes, se apague esa luz que brilla en ti y te hace especial.
Alumbra el mundo con esperanza, ilumina los corazones con una sonrisa.
Donde haya tiniebla, haz que tu lámpara resplandezca porque hay tantas vidas que caminan y respiran, pero están muertas. Muertas por falta de amor y que sin ilusión siguen prisioneras hacia el rumbo que les causa más destrucción. Impide que ellos se pierdan dirigiéndoles y compartiendo ese aceite. Un aceite que es auténtico, dado por Dios y que aún en medio de incertidumbres y tiempos difíciles, se mantiene alimentado por la fe y la búsqueda de Dios.
Tú eres más importante de lo que crees. Jehová depositó de su unción sobre ti no para que permanezcas estático, sino para que lo uses a favor y en beneficio de todas las personas que habitan en este mundo. No trates de disimular o esconder lo que Dios te obsequió para que hicieras el bien.
¡Anda, levántate y camina! Vidas hay que están tan sedientas no del agua física, sino de la que mitigue la sed de sus almas. Ese aceite que tu fue impartido, tiene el poder para que vendes las heridas y sean curados los hombres de los golpes que el cruel enemigo les lanza. Pregona libertad y el tiempo de la canción nueva. Restaura a los oprimidos, esparce la luz y el aceite de Dios por doquiera que puedas.
Autora: Brendaliz Avilés
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“Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas”. (San Mateo 25:3,4)
Que tu aceite no se apague porque es el símbolo de Su presencia en ti.
Que no escasee en tiempos de crisis donde otros necesitan que lo compartas. No permitas que como aquellas 5 vírgenes imprudentes, se apague esa luz que brilla en ti y te hace especial.
Alumbra el mundo con esperanza, ilumina los corazones con una sonrisa.
Donde haya tiniebla, haz que tu lámpara resplandezca porque hay tantas vidas que caminan y respiran, pero están muertas. Muertas por falta de amor y que sin ilusión siguen prisioneras hacia el rumbo que les causa más destrucción. Impide que ellos se pierdan dirigiéndoles y compartiendo ese aceite. Un aceite que es auténtico, dado por Dios y que aún en medio de incertidumbres y tiempos difíciles, se mantiene alimentado por la fe y la búsqueda de Dios.
Tú eres más importante de lo que crees. Jehová depositó de su unción sobre ti no para que permanezcas estático, sino para que lo uses a favor y en beneficio de todas las personas que habitan en este mundo. No trates de disimular o esconder lo que Dios te obsequió para que hicieras el bien.
¡Anda, levántate y camina! Vidas hay que están tan sedientas no del agua física, sino de la que mitigue la sed de sus almas. Ese aceite que tu fue impartido, tiene el poder para que vendes las heridas y sean curados los hombres de los golpes que el cruel enemigo les lanza. Pregona libertad y el tiempo de la canción nueva. Restaura a los oprimidos, esparce la luz y el aceite de Dios por doquiera que puedas.
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domingo, 19 de septiembre de 2010
DIOS, LLUEVE SOBRE MI
DIOS, LLUEVE SOBRE MÍ
“Me esperaban como a la lluvia, Y abrían su boca como a la lluvia tardía”. (Job 29:23)
La lluvia cae, moja, salpica, inunda, cubre todo a su alrededor.
Moja la tierra, satura el espacio y cuando llovizna en el desierto es tan milagroso que hay fiesta. Y yo deseo que así como la lluvia, Dios me salpique de su agua que es fuente de vida. Empápame del perfume de tu amor, imprégname de esa esencia fresca. Báñame de paciencia y tolerancia. Riégame con tu misericordia así como flor que esta a punto de abrir sus pétalos. Refresca este valle que se ha vuelto seco a causa del sol. Llena mi ser con esa fe que es capaz de subsistir aún en los tiempos más difíciles. Porque ser saturada de tu lluvia es lo mejor que me puede pasar. Es la experiencia más hermosa que pueda acontecer a un alma que está sedienta tan solo de ti.
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jueves, 16 de septiembre de 2010
YO NO VENDO MI HEREDAD
YO NO VENDO MI HEREDAD
“Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme Jehová de que yo te dé a ti la heredad de mis padres”. (1Reyes21:3)
El capítulo 21 de 1 Reyes, nos relata la historia de un hombre llamado Nabot, que tenía una viña hermosa que había heredado de sus padres. La costumbre de aquellos tiempos era que la herencia no se vendía, se consideraba algo preciado, cuyo valor monetario no sobrepasaba al valor simbólico que tenía.
Acab un rey malvado, quería a toda costa esa viña. De entre tantas y tantas viñas y cosas que podía poseer, quería la que tenía Nabot. Pero Nabot sabía que su viña no tenía precio, no había negocio por más llamativo y hermoso que pareciera, ni oferta lo suficientemente valiosa como para dejarse llevar por la tentación y vender esa heredad que había heredado de sus padres. Ser tan integro y radical le costo la vida, pero no vendió nunca su integridad, ni sus principios.
Tú y yo tenemos nuestra heredad. El regalo más bonito que se nos ha entregado en la vida. Y esa heredad es nuestra salvación pagada con la sangre de Jesucristo. No la podemos mercadear ni vender. Dios nos la regaló mediante su gracia y desea que nosotros las conservemos.
A veces en la vida suceden cosas que nos quieren apartar del Señor. Momentos en que desenfocados, damos una mirada atrás y queremos desviarnos de la senda que Dios ha marcado para nosotros. Y Dios en ese infinito amor y misericordia, con gran paciencia, nos hace escudriñar nuestros caminos y volvernos a él.
No podemos darnos el lujo de descuidar ni despreciar una salvación tan grande. Porque fue la vida de Jesús la que fue puesta en nuestro lugar en aquel calvario. Y lo que lo sostuvo allí fue su amor hacia cada ser humano. Cuando pienso en ese sacrificio y ese amor, mi corazón se estremece, porque no ha existido nadie, ni existirá, que me haya amado de tal manera que haya puesto mi vida primero que la suya.
Hoy tal vez, te encuentres en un desierto tremendo. Te has extraviado en un laberinto del cual no encuentras salida, pero Dios sigue estando ahí, ofreciéndote su dirección para que puedas salir de ahí.
El enemigo y muchas personas pueden presentarse con ofertas atractivas y tentadoras, pero ninguna de ellas podrá darte la salvación, ni la paz que has podido encontrar en Jesús. Ninguna de esas ofertas te llevará a la vida eterna. Y es el momento de que te pares firme, abras tus ojos y veas las cosas claramente. Que te laves los ojos con el colirio espiritual y entiendas que aunque esta tribulación es fuerte, más fuerte es el que está contigo que habrá de sustentarte y juntamente darte la victoria.
No vendas tu heredad, pues te estás exponiendo a perder lo más preciado que has tenido en la vida. No vendas tus principios ni tu conciencia, por míseros dólares. No quebrantes tu moral ni mientas, lacerando tu integridad, cuando tu Papito querido te ha enseñado desde hace mucho cómo es que debes conducirte.
Yo estoy resuelta, no vendo mi primogenitura por un plato de lentejas, no cambio mi heredad por ningún bien de este mundo. Porque mi salvación no tiene precio, porque mi vida es solo de Dios. Y algún día mis ojos le verán cara a cara y yo sabré que valió la pena todo por cuanto tuve que pasar solo para gozar de su presencia.
Autora: Brendaliz Avilés
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domingo, 12 de septiembre de 2010
No Vuelvas a Egipto
No Vuelvas a Egipto
No vuelvas a Egipto, no retornes a donde solo hallarás esclavitud.
Si yo te liberté, te limpié y te he permito conquistar nuevas tierras y bendiciones, ¿por qué retornar ahora? Sé que te encuentras pasando un mal momento, pero eso no es razón suficiente para que extrañes la vida que un día dejaste y que no trajo ningún bienestar a tu vida.
En medio del desierto yo he estado contigo, he sido siempre tu sustento. Te he provisto del maná y de las codornices para saciar tu hambre. El agua nunca te ha faltado y aún tu ropa he preservado en tiempos de escasez. ¡No desciendas que traerás mal a tu vida! Si aún de las plagas y de la muerte te libre, no vuelvas al cautiverio. Si a tus enemigos entregué en tus manos, ¿por qué quieres caer presa de sus manos? Te he prometido vida y vida en abundancia. Si has recorrido una gran parte del camino, ¿por qué desistir o abandonar ahora? ¡Demuestra tu valentía, no des pasos para atrás! Sigue caminando y mientras caminas experimentarás mi gloria. Soy tu Padre que te ama y nunca te dejaré.
Autora: Brendaliz Avilés
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martes, 7 de septiembre de 2010
MI DIOS ERES TU
MI DIOS ERES TÚ
“Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude”. Salmo 22:9-11
Este es un salmo escrito por David y aunque expresa mucho de lo que él estaba sintiendo cuando lo escribía, es un salmo mesiánico donde se relataban los padecimientos que pasaría Jesucristo al morir en la cruz y los sentimientos que experimentaría.
El salmista comienza expresando su angustia, tristeza y la lejanía que siente de parte de Dios ante los problemas que está confrontando. ¿Por qué me has desamparado? –es su primera interrogante. ¿Por qué no me escuchas si clamo a ti día y noche? Creo que eso le daba vueltas en la cabeza una y otra vez. Así como muchas veces nosotros también nos sentimos y pensamos cuando atravesamos el desierto.
Pero luego de expresar eso, David comienza a recordar y relatar las grandezas que Dios había hecho en medio de su familia y en su pueblo. Dios había dado pruebas suficientes de que había estado con sus padres y aquella nación. Es entonces cuando él reclama esas promesas. Porque precisamente en todas esas promesas que están escritas en la Biblia es donde nuestra fe se incrementa y también donde acudimos ante el Padre a pedirle que nos auxilie, que así como estuvo con otros, esté con nosotros también.
Una de los versículos que más me impactan de este capítulo es precisamente el hecho en el que David declara y reconoce que aún antes de su nacimiento ya sus padres le habían encomendado a Dios su cuidado. Él confiesa que aún antes de que sus ojos hubieran visto la luz por vez primera, ya Dios era el señor de su vida y lo traía adherido a su corazón, aún cuando no lo comprendía porque era demasiado pequeño para razonar. David clama sabiendo que el único que le puede ayudar en medio de la angustia desesperante que el estaba viviendo era Dios.
Entonces sabe que la persona ideal a donde debe acudir y pedir auxilio es solamente al que tiene el poder de hacer las cosas imposibles, posibles. Al Rey de reyes y Señor de señores, Jehová de los ejércitos. Pero es que cuando uno recuerda las grandezas de Dios el alma se deleita aunque este pasando una agonía momentánea. Y desde lo más profundo sale el corazón de un verdadero adorador y comienza a hacer lo que David hacía. Exalta, glorifica y proclama la suprema majestad y poderío de Dios. Recuerda a su alma que un día todos los que le sirven y adoran estaremos ante Dios y que Jehová gobernará por siempre. No se nos puede olvidar que a pesar de la posición que tuvo David como rey de Israel, fueron muchas las aflicciones, persecuciones y lágrimas que tuvo que derramar y sufrir. Pero en cada uno de sus salmos podemos comprobar la fidelidad que él confesaba que recibía de Dios.
A veces nos turbamos y exclamamos confundidos: “¿Dios mío dónde estás, por qué me has desamparado? Y Dios justo a nuestro lado observándonos. Queriendo que entendamos que aunque guarda silencio, sigue fiel a nosotros y que en su debido momento intervendrá. Por tal razón no dañemos los planes maravillosos que Dios tiene con nuestra vida alimentando la duda. Creamos y con paciencia esperemos porque a su tiempo recogeremos un buen fruto.
Autora: Brendaliz Avilés
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“Pero tú me sacaste del vientre materno; me hiciste reposar confiado en el regazo de mi madre. Fui puesto a tu cuidado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre mi Dios eres tú. No te alejes de mí, porque la angustia está cerca y no hay nadie que me ayude”. Salmo 22:9-11
Este es un salmo escrito por David y aunque expresa mucho de lo que él estaba sintiendo cuando lo escribía, es un salmo mesiánico donde se relataban los padecimientos que pasaría Jesucristo al morir en la cruz y los sentimientos que experimentaría.
El salmista comienza expresando su angustia, tristeza y la lejanía que siente de parte de Dios ante los problemas que está confrontando. ¿Por qué me has desamparado? –es su primera interrogante. ¿Por qué no me escuchas si clamo a ti día y noche? Creo que eso le daba vueltas en la cabeza una y otra vez. Así como muchas veces nosotros también nos sentimos y pensamos cuando atravesamos el desierto.
Pero luego de expresar eso, David comienza a recordar y relatar las grandezas que Dios había hecho en medio de su familia y en su pueblo. Dios había dado pruebas suficientes de que había estado con sus padres y aquella nación. Es entonces cuando él reclama esas promesas. Porque precisamente en todas esas promesas que están escritas en la Biblia es donde nuestra fe se incrementa y también donde acudimos ante el Padre a pedirle que nos auxilie, que así como estuvo con otros, esté con nosotros también.
Una de los versículos que más me impactan de este capítulo es precisamente el hecho en el que David declara y reconoce que aún antes de su nacimiento ya sus padres le habían encomendado a Dios su cuidado. Él confiesa que aún antes de que sus ojos hubieran visto la luz por vez primera, ya Dios era el señor de su vida y lo traía adherido a su corazón, aún cuando no lo comprendía porque era demasiado pequeño para razonar. David clama sabiendo que el único que le puede ayudar en medio de la angustia desesperante que el estaba viviendo era Dios.
Entonces sabe que la persona ideal a donde debe acudir y pedir auxilio es solamente al que tiene el poder de hacer las cosas imposibles, posibles. Al Rey de reyes y Señor de señores, Jehová de los ejércitos. Pero es que cuando uno recuerda las grandezas de Dios el alma se deleita aunque este pasando una agonía momentánea. Y desde lo más profundo sale el corazón de un verdadero adorador y comienza a hacer lo que David hacía. Exalta, glorifica y proclama la suprema majestad y poderío de Dios. Recuerda a su alma que un día todos los que le sirven y adoran estaremos ante Dios y que Jehová gobernará por siempre. No se nos puede olvidar que a pesar de la posición que tuvo David como rey de Israel, fueron muchas las aflicciones, persecuciones y lágrimas que tuvo que derramar y sufrir. Pero en cada uno de sus salmos podemos comprobar la fidelidad que él confesaba que recibía de Dios.
A veces nos turbamos y exclamamos confundidos: “¿Dios mío dónde estás, por qué me has desamparado? Y Dios justo a nuestro lado observándonos. Queriendo que entendamos que aunque guarda silencio, sigue fiel a nosotros y que en su debido momento intervendrá. Por tal razón no dañemos los planes maravillosos que Dios tiene con nuestra vida alimentando la duda. Creamos y con paciencia esperemos porque a su tiempo recogeremos un buen fruto.
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lunes, 6 de septiembre de 2010
Quince Minutos en Compañía de Jesús
Queridos Suscriptores:
¡Dios les Bendiga! El día de hoy a petición de amiga María Florencia de Argentina quiero compartir con ustedes una reflexión muy hermosa que ella encontró en algún periódico. Espero que traiga mucha bendición a su vida. Desconozco el Autor, pero lo más importante es que Dios quiere ministrarte y bendecir tu vida. ¡Hacia adelante!
Quince minutos en compañía de Jesús
Hijo mío, no es preciso saber mucho para agradarme mucho, basta que me ames de verdad, con fervor. Háblame sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías con tu mamá o con tu hermano. ¿Necesitas hacerme una súplica cualquiera en favor de alguien? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien sea el de tus hijos, bien sea el de tu esposo/a, bien el de tus hermanos, o amigos o conocidos; dime enseguida qué quisieras que yo hiciese actualmente por ellos…
Pide mucho, mucho; no vaciles en pedir. Me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender las necesidades ajenas.
Háblame con sencillez, con humildad de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer y quieres hacer algo por ellos, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras volver a ver otra vez a tu lado. Dime por todos ellos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón, y… ¿no ha de salir del corazón el ruego que me diriges por los seres queridos que tu corazón más ama?
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Házme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes soberbia, orgulloso, apego a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente, esclavo de la moda, envidioso, interesado, pesimista, falto de fe y esperanza, perezoso, mentiroso, celoso, malo, mediocre, indeciso, malintencionado, amarrete, mezquino, tibio, autosuficiente, intolerante, incomprensivo, despreciativo, apegado al dinero y a los honores, escalador, simulador, vicioso…y pídeme luego que venga Yo en ayuda de los esfuerzos pocos o muchos que haces vos para sacudir de encima tuyo tales miserias.
No te avergüences ¡En el Cielo hay tantos y tantos justos, tantos y tantos Santos de primer orden que tuvieron esos mismos defectos! Rogaron con humildad…, y poco a poco se vieron libres de sus defectos.
Tampoco vaciles en pedirme bienes del cuerpo y del entendimiento: salud, memoria, perseverancia, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios… Todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude, a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si conocieses los deseos que tengo de favorecerte!
¿Traes ahora mismo entre tus manos algún proyecto? Cuéntemelo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué puedo hacer por tus padres, por tus hijos, por tu hermano/a, por tu amigo/a, por tu compañero/a, por tu superior? ¿Qué desearías vos hacer por ellos? Y por Mí, ¿no sientes deseo de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tu prójimo, a tus amigos, a tus familiares, a quienes amas mucho y que quizás viven olvidados de Mí?
Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te salen mal tus proyectos y Yo te diré las causas del fracaso. ¿No quisieras que me interesase en tu favor por tus cosas?
Soy, hijo mío, dueño de los corazones, y los llevo dulcemente, sin perjuicio de su libertad, a donde sea mejor para ellos. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha menospreciado?
Acércate a mi corazón que tiene bálsamo eficaz para todas las heridas del tuyo. Cuéntamelo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mi, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.
¿Acaso sientes miedo? ¿Sientes en tu alma aquellas melancolías que no por ser injustificadas dejan de ser muy desgarradoras? Échate en brazos de mi Providencia. Contigo estoy. Aquí a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo; ni un momento te desamparo.
¿Sientes que te dejan de lado personas que antes te quisieron bien y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega, ruega por ellas, y Yo las devolveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.
¿No tienes tal vez alguna alegría que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuerza de amigo tuyo que soy? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizás has tenido agradables sorpresas, quizás has visto disipados negros recelos, quizás has recibido una feliz noticia, alguna carta con noticias felices, unas muestras de cariño; has vencido alguna dificultad o salido felizmente de algún trance que te tenía preocupado… Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado, ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud? y decirme sencillamente como un hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mío, Gracias! El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al Bienhechor le agrada verse correspondido.
¿Tampoco tienes promesa alguna de hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se los engaña fácilmente, a Dios no. Háblame entonces con toda sinceridad. ¿Te has propuesto firmemente no exponerte más a aquella ocasión de pecado?, ¿de privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación?, ¿de no ver más películas y fotos que exacerban tu imaginación?, ¿de no tratar más a aquella persona que turbó la paz de tu alma?, ¿volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra persona a quien por haberte faltado has mirado hasta hoy como enemiga?...
Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la oficina, al estudio, al consultorio, a tu casa con tu familia…; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos.
Guarda en lo que puedas silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso todavía, más entregado a mi servicio; en Mi corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.
Te ama,
Tu padre Celestial.
Desconozco el Autor
¡Dios les Bendiga! El día de hoy a petición de amiga María Florencia de Argentina quiero compartir con ustedes una reflexión muy hermosa que ella encontró en algún periódico. Espero que traiga mucha bendición a su vida. Desconozco el Autor, pero lo más importante es que Dios quiere ministrarte y bendecir tu vida. ¡Hacia adelante!
Quince minutos en compañía de Jesús
Hijo mío, no es preciso saber mucho para agradarme mucho, basta que me ames de verdad, con fervor. Háblame sencillamente, como hablarías al más íntimo de tus amigos, como hablarías con tu mamá o con tu hermano. ¿Necesitas hacerme una súplica cualquiera en favor de alguien? Dime su nombre, bien sea el de tus padres, bien sea el de tus hijos, bien sea el de tu esposo/a, bien el de tus hermanos, o amigos o conocidos; dime enseguida qué quisieras que yo hiciese actualmente por ellos…
Pide mucho, mucho; no vaciles en pedir. Me gustan los corazones generosos que llegan a olvidarse en cierto modo de sí mismos para atender las necesidades ajenas.
Háblame con sencillez, con humildad de los pobres a quienes quisieras consolar, de los enfermos a quienes ves padecer y quieres hacer algo por ellos, de los extraviados que anhelas volver al buen camino, de los amigos ausentes que quisieras volver a ver otra vez a tu lado. Dime por todos ellos una palabra de amigo, palabra entrañable y fervorosa. Recuérdame que he prometido escuchar toda súplica que salga del corazón, y… ¿no ha de salir del corazón el ruego que me diriges por los seres queridos que tu corazón más ama?
Y para ti, ¿no necesitas alguna gracia? Házme, si quieres, una lista de tus necesidades, y ven, léela en mi presencia. Dime francamente que sientes soberbia, orgulloso, apego a la sensualidad y al regalo; que eres tal vez egoísta, inconstante, negligente, esclavo de la moda, envidioso, interesado, pesimista, falto de fe y esperanza, perezoso, mentiroso, celoso, malo, mediocre, indeciso, malintencionado, amarrete, mezquino, tibio, autosuficiente, intolerante, incomprensivo, despreciativo, apegado al dinero y a los honores, escalador, simulador, vicioso…y pídeme luego que venga Yo en ayuda de los esfuerzos pocos o muchos que haces vos para sacudir de encima tuyo tales miserias.
No te avergüences ¡En el Cielo hay tantos y tantos justos, tantos y tantos Santos de primer orden que tuvieron esos mismos defectos! Rogaron con humildad…, y poco a poco se vieron libres de sus defectos.
Tampoco vaciles en pedirme bienes del cuerpo y del entendimiento: salud, memoria, perseverancia, éxito feliz en tus trabajos, negocios o estudios… Todo eso puedo darte, y lo doy, y deseo que me lo pidas en cuanto no se oponga, antes favorezca y ayude, a tu santificación. Hoy por hoy, ¿qué necesitas? ¿Qué puedo hacer por tu bien? ¡Si conocieses los deseos que tengo de favorecerte!
¿Traes ahora mismo entre tus manos algún proyecto? Cuéntemelo minuciosamente. ¿Qué te preocupa? ¿Qué piensas? ¿Qué deseas? ¿Qué puedo hacer por tus padres, por tus hijos, por tu hermano/a, por tu amigo/a, por tu compañero/a, por tu superior? ¿Qué desearías vos hacer por ellos? Y por Mí, ¿no sientes deseo de mi gloria? ¿No quisieras poder hacer algún bien a tu prójimo, a tus amigos, a tus familiares, a quienes amas mucho y que quizás viven olvidados de Mí?
Dime qué cosa llama hoy particularmente tu atención, qué anhelas más vivamente y con qué medios cuentas para conseguirlo. Dime si te salen mal tus proyectos y Yo te diré las causas del fracaso. ¿No quisieras que me interesase en tu favor por tus cosas?
Soy, hijo mío, dueño de los corazones, y los llevo dulcemente, sin perjuicio de su libertad, a donde sea mejor para ellos. ¿Sientes acaso tristeza o mal humor? Cuéntame, cuéntame tus tristezas con todos sus pormenores. ¿Quién te hirió? ¿Quién lastimó tu amor propio? ¿Quién te ha menospreciado?
Acércate a mi corazón que tiene bálsamo eficaz para todas las heridas del tuyo. Cuéntamelo, y acabarás en breve por decirme que, a semejanza de Mi, todo lo perdonas, todo lo olvidas, y en pago recibirás mi consoladora bendición.
¿Acaso sientes miedo? ¿Sientes en tu alma aquellas melancolías que no por ser injustificadas dejan de ser muy desgarradoras? Échate en brazos de mi Providencia. Contigo estoy. Aquí a tu lado me tienes; todo lo veo, todo lo oigo; ni un momento te desamparo.
¿Sientes que te dejan de lado personas que antes te quisieron bien y ahora olvidadas se alejan de ti, sin que les hayas dado el menor motivo? Ruega, ruega por ellas, y Yo las devolveré a tu lado, si no han de ser obstáculo a tu santificación.
¿No tienes tal vez alguna alegría que comunicarme? ¿Por qué no me haces partícipe de ella a fuerza de amigo tuyo que soy? Cuéntame lo que desde ayer, desde la última visita que me hiciste, ha consolado y hecho como sonreír tu corazón. Quizás has tenido agradables sorpresas, quizás has visto disipados negros recelos, quizás has recibido una feliz noticia, alguna carta con noticias felices, unas muestras de cariño; has vencido alguna dificultad o salido felizmente de algún trance que te tenía preocupado… Obra mía es todo esto, y Yo te lo he proporcionado, ¿por qué no has de manifestarme por ello tu gratitud? y decirme sencillamente como un hijo a su padre: ¡Gracias, Padre mío, Gracias! El agradecimiento trae consigo nuevos beneficios, porque al Bienhechor le agrada verse correspondido.
¿Tampoco tienes promesa alguna de hacerme? Leo, ya lo sabes, en el fondo de tu corazón. A los hombres se los engaña fácilmente, a Dios no. Háblame entonces con toda sinceridad. ¿Te has propuesto firmemente no exponerte más a aquella ocasión de pecado?, ¿de privarte de aquel objeto que te dañó? ¿De no leer más aquel libro que exaltó tu imaginación?, ¿de no ver más películas y fotos que exacerban tu imaginación?, ¿de no tratar más a aquella persona que turbó la paz de tu alma?, ¿volverás a ser dulce, amable y condescendiente con aquella otra persona a quien por haberte faltado has mirado hasta hoy como enemiga?...
Ahora bien, hijo mío; vuelve a tus ocupaciones habituales; al taller, a la oficina, al estudio, al consultorio, a tu casa con tu familia…; pero no olvides los quince minutos de grata conversación que hemos tenido aquí los dos.
Guarda en lo que puedas silencio, modestia, recogimiento, resignación, caridad con el prójimo. Vuelve otra vez mañana con el corazón más amoroso todavía, más entregado a mi servicio; en Mi corazón encontrarás cada día nuevo amor, nuevos beneficios, nuevos consuelos.
Te ama,
Tu padre Celestial.
Desconozco el Autor
domingo, 5 de septiembre de 2010
En tus Rodillas
EN TUS RODILLAS
“He aquí, tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles; Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas”. (Job 4:3-5)
Llama mi atención este capítulo y en especial estos versículos, pues estas son palabras que Elifaz le habló a Job cuando estaba pasando aquel momento tan difícil en su vida. Comienza recordándole a Job cómo cuando otros habían pasado por momentos de dificultad él los había ayudado a fortalecer sus manos débiles. También de cómo le había dado palabras que hacían que las personas reflexionaran y enderezaran sus pasos y de cómo esforzaba las rodillas que decaían. Sin embargo también Elifaz desea llevarlo a la reflexión de cómo si Job había hecho todas estas cosas buenas, ahora que llegaba su momento de prueba, se desanimaba y turbaba.
Porque tarde o temprano a todos nos llega el momento en que necesitamos ser auxiliados por Dios en medio del embate de las luchas que estamos atravesando. Pero muchas veces se nos olvidan esas mismas palabras de ánimo que le decíamos a otros cuando atravesamos el dolor. Sabemos que Cristo es el único que tiene la respuesta, pero nos precipitamos queriendo tomar el control en nuestras manos. Es entonces, cuando alguien nos vuelve a recordar lo que decíamos, pero mucho más que eso las promesas de Dios para nuestras vidas.
Hay un coro que dice: “alabar a Dios cuando las cosas te vayan bien, ¡qué bueno es! Alabar a Dios cuando en tu vida no hay problemas, ¡qué cosa buena! Pero yo le alabo desde mi quebranto y ese Cristo Santo se glorifica dentro de mí”. Y creo que eso fue lo que hizo Job aún cuando no lograba entender por qué habían pasado de la noche a la mañana tantas calamidades en su vida. Donde había perdido seres que amaba, bienes materiales, su salud y donde la gente murmuraba o sus amigos no lo comprendían. Pero estoy segura que aún así Job seguía clamando y cuando no podía emitir palabras de su boca porque su agonía era tremenda, él seguía hablando y clamándole a Dios con el corazón.
El secreto para salir victorioso de tu prueba está en la intimidad que tienes con Dios. Prácticamente tienes que vivir una vida de rodillas ante él. Y esto no quiere decir que estés orando arrodillado las 24 horas del día. Esto quiere decir que en tus rodillas está la clave, porque en tus rodillas hay poder. Porque cuando tú oras y clamas a Dios con fe, algo pasa en el mundo espiritual. Porque a través de tu oración, Dios a través de su Espíritu Santo te va mostrando qué está bien y qué está mal. Ni tú ni yo podemos permitir que nuestras rodillas se debiliten. Aún quebrantados, tenemos que seguir peleando nuestras batallas de rodillas. Porque hay cosas en las que Dios solo puede obrar cuando tú se lo permites.
Por eso es que hay ocasiones en las que tienes que guardar silencio, en las que no debemos levantar tus manos, ni mover tus influencias, ni hacer nada, excepto doblar tus rodillas y hablar con Dios en oración. Pero también debes saber que hay respuestas que son positivas y otras en las que Dios dirá: “no” y tienes que confiar en que es lo mejor para ti, aún cuando no comprendas el por qué.
Elifaz, pregunta a Job lo siguiente: “¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos? Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? (Job 4:6-7). Como queriéndolo hacer recapacitar, como intentando decirle: “no olvides que tu confianza está puesta en Dios y que quienes confían en Dios no serán avergonzados”. Y hoy yo te invito a que recapacites, a que entres al tiempo de Dios. A que no le digas a Dios cuán grande es tu prueba, sino que le digas a tu prueba cuán grande es tu Dios. Desafía tu montaña doblando tus rodillas y yendo en oración. Te aseguro que tu vida será bendecida y recibirás las fuerzas que necesitas para seguir luchando, viviendo y peleando tus batallas. ¡No te dejes vencer por las dificultades, sigue luchando con firmeza, vence tus problemas!
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
www.mensajesdeanimo.com
www.destellodesugloria.org
“He aquí, tú enseñabas a muchos, Y fortalecías las manos débiles; Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían. Mas ahora que el mal ha venido sobre ti, te desalientas; Y cuando ha llegado hasta ti, te turbas”. (Job 4:3-5)
Llama mi atención este capítulo y en especial estos versículos, pues estas son palabras que Elifaz le habló a Job cuando estaba pasando aquel momento tan difícil en su vida. Comienza recordándole a Job cómo cuando otros habían pasado por momentos de dificultad él los había ayudado a fortalecer sus manos débiles. También de cómo le había dado palabras que hacían que las personas reflexionaran y enderezaran sus pasos y de cómo esforzaba las rodillas que decaían. Sin embargo también Elifaz desea llevarlo a la reflexión de cómo si Job había hecho todas estas cosas buenas, ahora que llegaba su momento de prueba, se desanimaba y turbaba.
Porque tarde o temprano a todos nos llega el momento en que necesitamos ser auxiliados por Dios en medio del embate de las luchas que estamos atravesando. Pero muchas veces se nos olvidan esas mismas palabras de ánimo que le decíamos a otros cuando atravesamos el dolor. Sabemos que Cristo es el único que tiene la respuesta, pero nos precipitamos queriendo tomar el control en nuestras manos. Es entonces, cuando alguien nos vuelve a recordar lo que decíamos, pero mucho más que eso las promesas de Dios para nuestras vidas.
Hay un coro que dice: “alabar a Dios cuando las cosas te vayan bien, ¡qué bueno es! Alabar a Dios cuando en tu vida no hay problemas, ¡qué cosa buena! Pero yo le alabo desde mi quebranto y ese Cristo Santo se glorifica dentro de mí”. Y creo que eso fue lo que hizo Job aún cuando no lograba entender por qué habían pasado de la noche a la mañana tantas calamidades en su vida. Donde había perdido seres que amaba, bienes materiales, su salud y donde la gente murmuraba o sus amigos no lo comprendían. Pero estoy segura que aún así Job seguía clamando y cuando no podía emitir palabras de su boca porque su agonía era tremenda, él seguía hablando y clamándole a Dios con el corazón.
El secreto para salir victorioso de tu prueba está en la intimidad que tienes con Dios. Prácticamente tienes que vivir una vida de rodillas ante él. Y esto no quiere decir que estés orando arrodillado las 24 horas del día. Esto quiere decir que en tus rodillas está la clave, porque en tus rodillas hay poder. Porque cuando tú oras y clamas a Dios con fe, algo pasa en el mundo espiritual. Porque a través de tu oración, Dios a través de su Espíritu Santo te va mostrando qué está bien y qué está mal. Ni tú ni yo podemos permitir que nuestras rodillas se debiliten. Aún quebrantados, tenemos que seguir peleando nuestras batallas de rodillas. Porque hay cosas en las que Dios solo puede obrar cuando tú se lo permites.
Por eso es que hay ocasiones en las que tienes que guardar silencio, en las que no debemos levantar tus manos, ni mover tus influencias, ni hacer nada, excepto doblar tus rodillas y hablar con Dios en oración. Pero también debes saber que hay respuestas que son positivas y otras en las que Dios dirá: “no” y tienes que confiar en que es lo mejor para ti, aún cuando no comprendas el por qué.
Elifaz, pregunta a Job lo siguiente: “¿No es tu temor a Dios tu confianza? ¿No es tu esperanza la integridad de tus caminos? Recapacita ahora; ¿qué inocente se ha perdido? Y ¿en dónde han sido destruidos los rectos? (Job 4:6-7). Como queriéndolo hacer recapacitar, como intentando decirle: “no olvides que tu confianza está puesta en Dios y que quienes confían en Dios no serán avergonzados”. Y hoy yo te invito a que recapacites, a que entres al tiempo de Dios. A que no le digas a Dios cuán grande es tu prueba, sino que le digas a tu prueba cuán grande es tu Dios. Desafía tu montaña doblando tus rodillas y yendo en oración. Te aseguro que tu vida será bendecida y recibirás las fuerzas que necesitas para seguir luchando, viviendo y peleando tus batallas. ¡No te dejes vencer por las dificultades, sigue luchando con firmeza, vence tus problemas!
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
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sábado, 4 de septiembre de 2010
Tú Eres Mi Obra Maestra
TU ERES MI OBRA MAESTRA
Eres mi obra maestra, lo más especial que he creado.
Eres lo más que he amado, ¡si pudieras percibir todo lo que siento por ti no dudarías ni un instante de mi amor! Aún antes de que nacieras ya yo estaba contigo, he caminado a tu lado, nunca te he abandonado, siempre te he sustentado.
Sé que muchas veces te miras y te sientes tan imperfecto, se te hace difícil poder ver y pensar que haya algo bueno que exista en ti. Muchas veces dudas de si de verdad estabas en mis planes, has cuestionado todo el mal que te han hecho y me has culpado a mí de tu soledad. Yo no soy culpable de lo que hace el hombre alejado de mí en su libre albedrío. No soy el causante de las obras que trae el pecado, ni de lo que hace Satanás para separarte de mí.
En cambio yo soy tu Padre, el que te engendró con pensamientos y estuvo allí mientras tus padres se amaron. Y aún si ellos no te amaron, tú te formaste de mi amor soberano. Porque yo deseé tanto que tú estuvieras aquí en la tierra. Eres mi milagro más grandioso, a ti te puse sobre las demás cosas que inventé. Ni aún a los ángeles le di el privilegio de llamarlos mis hijos. Tú puedes acudir a mí en cualquier momento porque siempre he estado accesible a ti. Con que tan solo me hables yo te atiendo.
He separado este día y he hecho una cita contigo para que tengas presente que tu eres mi tesoro especial. Tú valor es incalculable, envié a mi hijo a redimirte. Y aunque hay muchos que no logran entender la magnitud de este sacrificio de amor, la sangre de mi hijo sigue trayendo redención y salvación. No mi limites, ni me encajones a tus estrechas ideas o a tus cuestionamientos sarcásticos. Porque sin importar si crees en mí o no, yo soy y seguiré siendo. El único camino es a través de mi hijo y el que a mi viene, no lo ignoro ni lo hecho fuera. Hay tanto que quisiera demostrarte pero tienes que buscarme. También debes ser paciente porque hay secretos y sorpresas que tengo preparadas para la eternidad.
Yo quiero verte allí un día, sonriendo, compartiendo, conociendo de mí lo que hasta ahora no ha sido revelado. No es cuento ni ficción, soy realidad. Y porque te amo, hoy te lo recuerdo. No tienes excusas, apóyate en mí y prosigue esta meta con valentía. Avanza, no retrocedas, porque un día estaremos por siempre juntos y nada ni nadie lograrán apartarte de todo ese amor que tengo para darte.
Tu Padre Que te Ama, Dios
Eres mi obra maestra, lo más especial que he creado.
Eres lo más que he amado, ¡si pudieras percibir todo lo que siento por ti no dudarías ni un instante de mi amor! Aún antes de que nacieras ya yo estaba contigo, he caminado a tu lado, nunca te he abandonado, siempre te he sustentado.
Sé que muchas veces te miras y te sientes tan imperfecto, se te hace difícil poder ver y pensar que haya algo bueno que exista en ti. Muchas veces dudas de si de verdad estabas en mis planes, has cuestionado todo el mal que te han hecho y me has culpado a mí de tu soledad. Yo no soy culpable de lo que hace el hombre alejado de mí en su libre albedrío. No soy el causante de las obras que trae el pecado, ni de lo que hace Satanás para separarte de mí.
En cambio yo soy tu Padre, el que te engendró con pensamientos y estuvo allí mientras tus padres se amaron. Y aún si ellos no te amaron, tú te formaste de mi amor soberano. Porque yo deseé tanto que tú estuvieras aquí en la tierra. Eres mi milagro más grandioso, a ti te puse sobre las demás cosas que inventé. Ni aún a los ángeles le di el privilegio de llamarlos mis hijos. Tú puedes acudir a mí en cualquier momento porque siempre he estado accesible a ti. Con que tan solo me hables yo te atiendo.
He separado este día y he hecho una cita contigo para que tengas presente que tu eres mi tesoro especial. Tú valor es incalculable, envié a mi hijo a redimirte. Y aunque hay muchos que no logran entender la magnitud de este sacrificio de amor, la sangre de mi hijo sigue trayendo redención y salvación. No mi limites, ni me encajones a tus estrechas ideas o a tus cuestionamientos sarcásticos. Porque sin importar si crees en mí o no, yo soy y seguiré siendo. El único camino es a través de mi hijo y el que a mi viene, no lo ignoro ni lo hecho fuera. Hay tanto que quisiera demostrarte pero tienes que buscarme. También debes ser paciente porque hay secretos y sorpresas que tengo preparadas para la eternidad.
Yo quiero verte allí un día, sonriendo, compartiendo, conociendo de mí lo que hasta ahora no ha sido revelado. No es cuento ni ficción, soy realidad. Y porque te amo, hoy te lo recuerdo. No tienes excusas, apóyate en mí y prosigue esta meta con valentía. Avanza, no retrocedas, porque un día estaremos por siempre juntos y nada ni nadie lograrán apartarte de todo ese amor que tengo para darte.
Tu Padre Que te Ama, Dios
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
www.mensajesdeanimo.com
www.destellodesugloria.org
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
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jueves, 2 de septiembre de 2010
Gracias a todos por sus oraciones
¡Dios les Bendiga Nuevamente!
Escribo para notificarles que gracias a Dios el huracán no llegó por aquí.
Si llovió mucho, hubo inundaciones y averías eléctricas, pero eso fue todo.
Estuvimos sin luz por horas, pero luego llegaba.
Espero actualizarme pronto.
Gracias por sus mensajes de animo y por sus oraciones.
Abrazos fraternales,
Brendaliz
Escribo para notificarles que gracias a Dios el huracán no llegó por aquí.
Si llovió mucho, hubo inundaciones y averías eléctricas, pero eso fue todo.
Estuvimos sin luz por horas, pero luego llegaba.
Espero actualizarme pronto.
Gracias por sus mensajes de animo y por sus oraciones.
Abrazos fraternales,
Brendaliz
¿Te estás preparando para la eternidad?
¿Te estás preparando para la ETERNIDAD?
“Por lo tanto, adviértele al pueblo que así dice el Señor Todopoderoso: “Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes –afirma el Señor Todopoderoso: “Vuélvanse de su mala conducta y de sus malas prácticas”. Porque ellos no me obedecieron ni me prestaron atención dice el Señor”.
(Zacarías 1:3-4)
Es un tema del que muchos comentan, que otros evaden y que muchos no creen. Pero el Señor viene y viene por un pueblo que le busca, le sirve y le adora en espíritu y verdad. Viene por una iglesia que se guarda en santidad y que trata de vivir apartada del pecado. Viene por un pueblo que hace la diferencia en medio del mundo en que vive.
Algunos piensan que el Señor se ha demorado mucho en venir, pero él no se ha demorado, sino más bien que por amor a las almas y no queriendo que ninguna se pierda, nos ha dado más oportunidades para que todos le podamos conocer. Pero muchas veces, mientras esto sucede, la Iglesia duerme, está paralizada o permanece indiferente.
Nuestra sociedad vive desenfrenada de un lado para el otro. Pensando tan solo en vivir un presente sin meditar en las consecuencias. Creyendo que un día no tendrán que darle cuentas a Dios por lo que han hecho con la vida que él les ha regalado. Afanados en muchas veces vivir una vida loca donde impera el afán por las cosas materiales, dinero, sexo, vicios y tantas cosas más.
Pero hoy la invitación es a escudriñar nuestros caminos y volvernos al único que tiene potestad para darnos vida eterna. A reflexionar sobre aquellas cosas que puede que nos estén impidiendo avanzar en nuestra carrera espiritual. Hoy debemos acercarnos a Dios y hacer votos de obediencia y humillación. Hoy más que nunca debemos estar preparados por si Cristo viene o por si llegare a pasar algo saber que un día estaremos ante su presencia. Si no estás seguro de tu salvación, es tiempo de que asegures tu vida en Dios. Todavía estás a tiempo de volverte a Jehová, no lo dejes para muy tarde pues el reloj divino está acelerando sus horas.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: www.brendalizaviles.com
www.devocionaldiario.com
www.destellodesugloria.org
“Por lo tanto, adviértele al pueblo que así dice el Señor Todopoderoso: “Vuélvanse a mí, y yo me volveré a ustedes –afirma el Señor Todopoderoso: “Vuélvanse de su mala conducta y de sus malas prácticas”. Porque ellos no me obedecieron ni me prestaron atención dice el Señor”.
(Zacarías 1:3-4)
Es un tema del que muchos comentan, que otros evaden y que muchos no creen. Pero el Señor viene y viene por un pueblo que le busca, le sirve y le adora en espíritu y verdad. Viene por una iglesia que se guarda en santidad y que trata de vivir apartada del pecado. Viene por un pueblo que hace la diferencia en medio del mundo en que vive.
Algunos piensan que el Señor se ha demorado mucho en venir, pero él no se ha demorado, sino más bien que por amor a las almas y no queriendo que ninguna se pierda, nos ha dado más oportunidades para que todos le podamos conocer. Pero muchas veces, mientras esto sucede, la Iglesia duerme, está paralizada o permanece indiferente.
Nuestra sociedad vive desenfrenada de un lado para el otro. Pensando tan solo en vivir un presente sin meditar en las consecuencias. Creyendo que un día no tendrán que darle cuentas a Dios por lo que han hecho con la vida que él les ha regalado. Afanados en muchas veces vivir una vida loca donde impera el afán por las cosas materiales, dinero, sexo, vicios y tantas cosas más.
Pero hoy la invitación es a escudriñar nuestros caminos y volvernos al único que tiene potestad para darnos vida eterna. A reflexionar sobre aquellas cosas que puede que nos estén impidiendo avanzar en nuestra carrera espiritual. Hoy debemos acercarnos a Dios y hacer votos de obediencia y humillación. Hoy más que nunca debemos estar preparados por si Cristo viene o por si llegare a pasar algo saber que un día estaremos ante su presencia. Si no estás seguro de tu salvación, es tiempo de que asegures tu vida en Dios. Todavía estás a tiempo de volverte a Jehová, no lo dejes para muy tarde pues el reloj divino está acelerando sus horas.
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