Síguelo Intentando
“Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote”. Marcos 5:25-29
Sé que has escuchado hablar de este pasaje en diversas ocasiones. Posiblemente hasta hayas perdido la cuenta. Pero nunca deja de sorprender la fe y la perseverancia de esta mujer que padecía del flujo de sangre. Sobre todo porque le tocó vivir en tiempos sumamente difíciles, donde pudo tener excusas muy válidas para rendirse y no recibir su milagro o sanidad.
Pero es que en la vida siempre hay personas que sobresalen por poseer unas características sobresalientes y por estar determinados en querer lograr algo. Y lo buscan insistentemente, se pueden cansar, pero siguen luchando. A veces creen perder su norte, pero buscan su brújula y continúan. No es para ellos una opción buena, desistir. Ellos quieren ganar su estrella. Esperan ver los resultados al final del camino.
La palabra intento implica una acción, un movimiento. Según el WordReference.com, intentar significa: “Tener el propósito de hacer algo, preparar o iniciar la ejecución de algo; procurar, pretender y tratar de hacer algo”. Aquella mujer había gastado todo lo que tenía y solo le quedaba la esperanza como compañera. No la pudo detener ni su enfermedad ni sus limitaciones económicas o de cualquier índole. Había decidido que había un hombre llamado que Jesús que podía hacer algo por ella. No necesitaba siquiera una cita con él, sencillamente con pasar por su lado y tocar aunque fuera su manto se conformaba, porque ella sabía que algo extraordinario pasaría en su cuerpo y en su vida con tan solo un toque de Jesús.
Ella obtuvo lo que tanto anheló y mucho más. Fue libre de un quebranto físico, emocional y espiritual. La clave fue perseguir y no dejar de intentar. Ciertamente, a veces quisiéramos desaparecernos de la faz de la tierra y olvidar todo por cuanto hemos luchado. A veces nos cansamos de ver las cosas como un fracaso aparente. Puede que hayas tocado muchas puertas y que ninguna se te haya abierto. Pero no debes perder la fe. Tienes que seguir pretendiendo, deseando, aspirando, ensayando y tratando. En algún momento inesperado, algún logro obtendrás. Recibirás la señal que te hará saber que vale la pena seguir probando. Si los discípulos de Jesús hubieran decidido dejar de predicar el evangelio porque algunas personas no quisieron escuchar su mensaje, entonces el evangelio no se hubiera esparcido de la manera en que se esparció. Un gran músico o cantante no nace de la noche a la mañana, es su trabajo, constancia y dedicación lo que lo saca de la línea promedio y los lleva al éxito rotundo. Eso que parece una pequeña diferencia es lo que hace que salgan de entre las multitudes muchos y se conviertan en gente que van dejando rastros para seguir o imitar.
Por experiencia personal te puedo decir que es sacrificado, pero tiene su recompensa cuando al final del camino ves que tu empeño y el hecho de no rendirte dio los frutos que estabas esperando o aún mejores. Hoy Dios te dice: “que no dejes de remar, no renuncies a mitad de camino aunque sientas que te faltan las fuerzas. No enganches los guantes. Espera a ver la obra maravillosa que él va a hacer. No todo esta perdido. Tras la lluvia, sale el arco iris”. El solo te pide que no dejes de seguir intentando.
Autora: Brendaliz Avilés
“Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.
Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote”. Marcos 5:25-29
Sé que has escuchado hablar de este pasaje en diversas ocasiones. Posiblemente hasta hayas perdido la cuenta. Pero nunca deja de sorprender la fe y la perseverancia de esta mujer que padecía del flujo de sangre. Sobre todo porque le tocó vivir en tiempos sumamente difíciles, donde pudo tener excusas muy válidas para rendirse y no recibir su milagro o sanidad.
Pero es que en la vida siempre hay personas que sobresalen por poseer unas características sobresalientes y por estar determinados en querer lograr algo. Y lo buscan insistentemente, se pueden cansar, pero siguen luchando. A veces creen perder su norte, pero buscan su brújula y continúan. No es para ellos una opción buena, desistir. Ellos quieren ganar su estrella. Esperan ver los resultados al final del camino.
La palabra intento implica una acción, un movimiento. Según el WordReference.com, intentar significa: “Tener el propósito de hacer algo, preparar o iniciar la ejecución de algo; procurar, pretender y tratar de hacer algo”. Aquella mujer había gastado todo lo que tenía y solo le quedaba la esperanza como compañera. No la pudo detener ni su enfermedad ni sus limitaciones económicas o de cualquier índole. Había decidido que había un hombre llamado que Jesús que podía hacer algo por ella. No necesitaba siquiera una cita con él, sencillamente con pasar por su lado y tocar aunque fuera su manto se conformaba, porque ella sabía que algo extraordinario pasaría en su cuerpo y en su vida con tan solo un toque de Jesús.
Ella obtuvo lo que tanto anheló y mucho más. Fue libre de un quebranto físico, emocional y espiritual. La clave fue perseguir y no dejar de intentar. Ciertamente, a veces quisiéramos desaparecernos de la faz de la tierra y olvidar todo por cuanto hemos luchado. A veces nos cansamos de ver las cosas como un fracaso aparente. Puede que hayas tocado muchas puertas y que ninguna se te haya abierto. Pero no debes perder la fe. Tienes que seguir pretendiendo, deseando, aspirando, ensayando y tratando. En algún momento inesperado, algún logro obtendrás. Recibirás la señal que te hará saber que vale la pena seguir probando. Si los discípulos de Jesús hubieran decidido dejar de predicar el evangelio porque algunas personas no quisieron escuchar su mensaje, entonces el evangelio no se hubiera esparcido de la manera en que se esparció. Un gran músico o cantante no nace de la noche a la mañana, es su trabajo, constancia y dedicación lo que lo saca de la línea promedio y los lleva al éxito rotundo. Eso que parece una pequeña diferencia es lo que hace que salgan de entre las multitudes muchos y se conviertan en gente que van dejando rastros para seguir o imitar.
Por experiencia personal te puedo decir que es sacrificado, pero tiene su recompensa cuando al final del camino ves que tu empeño y el hecho de no rendirte dio los frutos que estabas esperando o aún mejores. Hoy Dios te dice: “que no dejes de remar, no renuncies a mitad de camino aunque sientas que te faltan las fuerzas. No enganches los guantes. Espera a ver la obra maravillosa que él va a hacer. No todo esta perdido. Tras la lluvia, sale el arco iris”. El solo te pide que no dejes de seguir intentando.
Autora: Brendaliz Avilés
PD. Pequeños logros se pueden convertir en grandes triunfos.
Te agradezco infinitamente este maravilloso artículo, ha llegado a mi en un momento realmente difícil y me ha ayudado.
ResponderEliminarGracias
¡Qué bueno Marcela!
ResponderEliminarDamos gracias y gloria a Dios por sus bondades y misericordias.
¡Qué bueno que ha ministrado a tu vida!
Bendiciones,
Brendaliz