jueves, 27 de junio de 2013

Y Augusto le dijo a Mandy: "yo amo todo de ti.  Aún esa cicatriz diminuta que intentas disimular con maquillaje o esos lunares que a veces te acomplejan. Amo tu sonrisa, tu locura, tu carácter casi indomable y tu corazón tan tierno. Amo tus lágrimas y aún tu impaciencia cuando te desesperas cuando las cosas no salen como tú esperas.  Te amo por dentro y te amo por fuera. Muchas veces sintiéndome fuerte o débil, eres el viento que me acaricia, tu amor me impulsa, por ti siempre quiero ser mejor.  Te amo con este amor que me ata haciéndome libre, que me eleva sin ni siquiera poseer alas.  Te amo cuando las cosas van bien y cuando parecen ir mal.  Peinada o despeinada, maquillada o desmaquillada; impregnada de la esencia de los mejores perfumes o apestosita y sudada atareada por las faenas del día.  Te amo porque te amo, yo no tengo explicaciones y mi único deseo siempre será estar a tu lado hasta el final".
Cuando Mandy escuchó las palabras sinceras de su esposo Augusto, no pudo hacer otra cosa más que llorar y sonreír.  Lo abrazo fuertemente, como si en ese abrazo le estuviera entregando la vida.  Lo beso apasionadamente, como si en ese beso quisiera dejarle un recuerdo de por vida.  No dijo nada, estaba demasiado emocionada para poder responder algo.  Y supo que aunque tendría que enfrentar y luchar por vencer esa terrible enfermedad que llaman cáncer, el amor y compromiso de su esposo Augusto le darían las fuerzas para desafiar los temores y aún la misma muerte, porque había mucho por lo cual seguir viviendo.   Mañana, pensó y suspiro para sus adentros, ya mañana será otro día en el que tendré que luchar, pero en este momento solo quiero dormir cerca de su pecho.  Se aferro a su esposo con la poca fuerza que sentía en esos momentos, se recostó en su pecho y por fin pudo conciliar el sueño. 
By: Brendaliz Avilés 

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