BONITAS POR
DENTRO Y POR FUERA
“Crea en mí, oh Dios, un
corazón limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí”. (Salmos 51:10)
Ante una sociedad que cada
día nos exige más, es fácil como mujer, sentirnos ansiosas y presionadas. Muchas veces nos obsesionamos con querer
cumplir con los estándares que otros dicen que están bien. Creo firmemente que mejorar nuestra
apariencia, refuerza nuestra autoestima y por ende también nuestra
confianza. Sin embargo, no es menos
cierto que los cambios más sinceros, positivos y grandiosos, son los que surgen
desde nuestro interior. Porque es en
nuestro ser de donde proviene esa fuente y fortaleza que puede renovarnos día
tras día. Luchamos por mejorar nuestra
figura, el cabello, la cara, las uñas y el cutis entre muchas otras cosas. Queremos oler bien, vernos radiantes,
jóvenes, exquisitas y perfeccionarnos de tal modo que proyectemos belleza.
El otro día un amigo me
decía que de qué valía que una mujer fuera muy hermosa por fuera y cuando la
conocieras descubrieras que su interior estaba hueco. Más que belleza física, necesitamos amarnos y
sentirnos bien con nosotras mismas independientemente de nuestra estatura,
color, forma y pequeñas imperfecciones.
¡Quiero ser bella, pero me
niego a ser una mujer hueca por dentro!
Vacía, superficial, carente de ideas o pensamientos. ¡Me niego a ser un maniquí de esta
sociedad! Y así como a diario intento trabajar
y arreglar aquellos detalles físicos en los que siento que debo mejorar; de esa
misma manera quiero ocuparme en cuidar y nutrir mi espíritu, intelecto y
sentimientos. Quiero proyectar ese tipo
de belleza especial que brote desde interior hacia afuera.
No es un alargador de
pestañas, ni un rímel, ni unas sombras las que harán mi mirada más dulce. Ni el color de mi hermoso y sensual labial lo
que hará mi sonrisa más perfecta o más serena.
Una base podrá cubrir mis pecas, manchas o imperfecciones, pero no podrá
ocultar mis tristezas o preocupaciones.
El maquillaje servirá para resaltar la belleza que ya todos poseemos si
la sabemos destacar. Pero quienes somos
nosotras realmente y lo que de nosotros resalta va más allá de un simple
maquillaje porque es nuestra esencia, es lo que verdaderamente somos.
En este momento, recuerdo
las palabras del salmista cuando decía: “Crea en mí, oh Dios, un corazón
limpio; Y renueva un espíritu recto dentro de mí”. El clamor de mi ser en este preciso instante
es cada día poder embellecer mi alma.
Que de ella surjan los más lindos destellos de amor que irradien a todo
el que me rodea. Que otros puedan oler
el perfume de Dios a través de mi vida y queden impregnados de su esencia.
Mujer, es tan importante
que comprendamos ese valor tan especial que poseemos naturalmente. Cada día trabajemos en mejorar todo aquello
que podamos por afuera, si eso nos hace más felices y seguras, pero sin olvidar
nuestro corazón. Porque nuestro corazón
es esa pieza delicada y a la vez fuerte de donde proviene nuestra vida y
nuestros pensamientos. Esos pensamientos
que luego se concretan o se derrumban.
Con esa vida y esas ideas podemos escalar hasta llegar a la cima más
alta o destruirnos y descender hasta el más ardiente y sofocante infierno
emocional.
Mujer, tú eres bella y demasiado
especial. Eres la más hermosa expresión
y armonía del amor de Dios. La próxima
vez que te sientas insignificante, reflexiona que fuiste creada y diseñada por
la misma mano de Dios. Tienes razones
suficientes para sentirte orgullosa, luchar y salir hacia adelante.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Especialmente
Para: www.brendalizaviles.com
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