SER PACIENTE CUESTA PERO TIENE SU
RECOMPENSA
Hace
algunos días una amiga virtual me pidió que escribiera algo sobre esperar con
paciencia. Sinceramente, creo que a
nadie le gusta esperar, porque la espera implica tiempo y desarrollar mucha
paciencia. Sin embargo, es la ley de la
vida, pues para nacer tenemos que esperar 9 meses en el vientre de nuestras
madres. Hemos escuchado decir en
innumerables ocasiones que todo tiene su tiempo y que las cosas buenas, toman
su tiempo en llegar. Pero cuando estamos
ansiosos esperando, son tantas las palabras y los detalles que olvidamos. Eso es debido a que nos desesperamos y la
desesperación trae en ocasiones mucha tristeza, preocupación y frustración. Por momentos se nos nubla el
pensamiento.
En
tantas ocasiones hemos escuchado hablar de José el “soñador”, innumerables
prédicas acerca de cómo llegó a ser gobernador de Egipto. Reflexiones y mensajes inspiradores nos
motivan a soñar en grande y seguir adelante.
Pero a veces se nos olvida el largo proceso de espera que tuvo que pasar
José antes de llegar al lugar que había soñado.
Sufrió rechazo aún de sus propios hermanos, fue vendido, traicionado,
tuvo que servir, fue acusado injustamente, ayudó y lo olvidaron por mucho
tiempo. Pero un detalle importante es
que aunque le pasaron todas esas circunstancias dolorosas Jehová seguía estando
con él. Dios lo estaba fortaleciendo a
través de esas cosas negativas que estaban ocurriendo en su vida y a su
alrededor, porque lo bendeciría de una manera sorprendente.
El
plan parecía estar fallando, aquel joven soñador, vio pasar muchos años de su
vida en soledad. Incidente tras
incidente parecían alejarlo del propósito de Dios, sin embargo, cada día lo
estaban acercando al cumplimiento profético de Dios para su vida. ¿No te sientes a veces como una tortuga? ¡Mientras todos van avanzando, corriendo como
liebres y llegando a su meta, tú sientes que vas al paso de la tortuga o lo que
es peor, casi parado! ¡No parece haber
movimiento en tu vida! Y sufres, sufres
mucho, pareces haber agotado todos tus recursos sin los resultados que
esperabas.
El
salmista David decía: “pacientemente esperé a Jehová y él se inclinó a mí y
escucho mis ruegos”. Y yo puedo
asegurarte, no porque me lo han dicho, sino porque lo he experimentando en mi
vida, que cuando Dios pareciera lejos es cuando más cerca está. En mi vida he tenido que pasar procesos
largos y dolorosos, lapsos desesperantes en que la noche ha sido tan oscura que
parece que no amanecerá. Pero Dios me ha
sorprendido llevándome a otro nivel.
Fortaleciendo mi fe y dándome sabiduría para enfrentar las situaciones
de la vida.
Lentamente,
pero con paso firme la tortuga del cuento llegó a su meta. David recibió las respuestas que esperaba y
José (creo que en el día que menos imaginó) fue llamado para acudir ante el
faraón. Dios había preparado el
escenario adecuado, en el momento indicado y allí colocó a José para que se
cumplieran aquellos sueños que alguna vez había soñado. Sé que es difícil pedir que seas paciente, tú
eres el que estás pasando por esta dura prueba, tú eres quien sientes que ya no
podrás más. Pero, con Dios por delante,
vas a llegar a tu meta.
Es
tan curioso, porque la persona que me pidió que escribiera sobre este tema,
tuvo que esperar por él unas dos semanas aproximadamente. Mi intención era hacerlo el mismo día que lo
solicitó, pero por esos misterios de Dios, no lo pude terminar hasta hoy. Lo interesante del caso es que ya me escribió
y en forma de broma me preguntaba si le quería dar una lección sobre la
paciencia. Sonreí porque justamente
cuando terminé de leerla, sentí como una voz que habló a mi corazón y me
pareció escuchar sonreír a Dios y decirle a esta hermosa jovencita: “hija mía
si supieras que estoy contigo, mucho más cerca de lo que puedes imaginar,
aguanta un poco más, que la paciencia trae buenos frutos”.
Así
que amigo que me lees, cuando cocinamos algo sabroso, esa comida, antes de
poder saborearla, requiere unos procesos.
Cuando hacemos cenas especiales, a veces estamos el día cocinando, solo
para poder disfrutar de una significativa y deliciosa cena. Pero, cuando la probamos, sabemos que valió
la pena el trabajo que pasamos y la espera.
La recompensa fue poder disfrutar de tan exquisita cena. Y así mismo pasa con las situaciones de la
vida, muchas requieren de un gran trabajo y paciencia, pero cuando las
alcanzamos, nuestra recompensa es saber que valió la pena la espera.
Autora:
Brendaliz Avilés
Escrito
Para: www.brendalizaviles.com
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