Pareciera que en mi jardín las hojas se han secado.
El sol de la aflicción y la lluvia de las tristezas, han
hecho que mis hojas y pétalos se hayan marchitado.
Tal pareciera que no voy a volver a florecer, que toda
esperanza de ver a mi jardín florecer nuevamente se
ha perdido. Mas cuando creo que todo está muerto
y sin esperanzas de vida...
Llega Dios, el gran jardinero, me inyecta del abono
de su presencia, me rocía con su amor y vuelve mi
jardín a llenarse de colores y a renacer.
La raíz, que está cimentada en su gracia,
comienza a producir flores nuevas.
Germinan nuevas semillas que van decorando
y dando vida al jardín de mi corazón.
En medio de la soledad Dios cambió mi
panorama. Quitó los gusanos de la amargura
y el desánimo. Su agua fresca me revivió.
Mi jardín está nuevamente repleto de flores
gracias al Dios de mi salvación.
By: Brendaliz Avilés
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