jueves, 25 de junio de 2009

¡Cuán Importante Eres Madre!


¡Cuán Importante Eres Madre!

Aquellas personas que tenemos la oportunidad y el privilegio de llegar a la gente a través de lo que hablamos o escribimos tenemos una gran responsabilidad. No siempre es fácil plasmar lo que queremos que llegue al corazón del que nos lee o nos escucha.

Hoy como cada año, se separa una fecha especial en el calendario para rendir homenaje a ese ser tan especial que llamamos madre. Madre tú nombre es suave como las olas del mar que en su vaivén, arropan, envuelven y acarician el alma.

Hijo, no sé si en algún momento te has puesto a pensar detenidamente que sería o hubiera sido de tu vida si no hubieras tenido la ayuda de ese ser tan especial a la que llamas mamá. Porque así como se construyen los cimientos de una casa, la educación y la presencia de una madre son indispensables para la vida y el buen desarrollo de los hijos.

Conmovida escribo hoy, porque tan reciente como el día de ayer tuve una experiencia que marcó mi vida en gran manera. Quisiera decir que todas las madres son buenas e irremplazables, pero eso sería mentir. No todas las mujeres tienen amor maternal dentro de sus corazones. No todas saben desempeñar esta tarea hermosa, pero a la vez muy grande y hasta cierto grado complicada. No todas saben decir a sus hijos que le aman y desafortunadamente muchas ven a sus hijos como estorbos.

Por eso todos aquellos que tenemos la fortuna y bendición de contar con una madre llena de virtudes, amor, comprensión y afecto, debemos sentirnos más que agradecidos. Y debemos tratar de honrarla y respetarla, no solo en este día, sino todos los días durante el resto de nuestras vidas.

Independientemente de si pudiste comprarle un regalo o no, eso realmente es un detalle irrelevante. No necesariamente tienes que esperar al que sea el Día de la Madre, su cumpleaños, aniversario o navidad para ofrecerle un regalo. Es más trascendental que cuando ella necesite de ti, estés ahí como ella estuvo contigo aún antes de que abrieras tus ojos al mundo.

Ayer me tocó ver a unos niños y jóvenes que su madre abandonó y dejó al cuidado de su padre. Ayer me tocó escuchar relatos de muchas heridas que causó una madre a los hijos que salieron de sus entrañas. Me tocó observar como de difícil es la vida cuando no cuentas con la dirección, guía y protección de ese ser llamado madre que es un regalo divino. Que tiene muchas imperfecciones como todos en el mundo, porque somos humanos y por ende cometemos muchos errores, pero que siempre está a nuestro alcance.

Madre, eres símbolo de desprendimiento y entrega incondicional. Quien como define el proverbista Salomón se sienta y da de comer a su familia. Quien busca vestido, abrigo y zapatos para que sus hijos estén bien cuidados. Quien muchas veces además de ejercer las tareas de la casa, sale a trabajar para ayudar a traer el sustento al hogar, ya que el costo de vida en estos días es muy alto.

Ella es madre, esposa, amiga, consejera, doctora, psicóloga, cocinera, orientadora y tantas cosas más. Y cada faceta o rol que desempeña trata de hacerlo con esmero y dedicación. Es bienaventurada porque aunque a veces no ve los resultados que espera de sus hijos, sigue confiando y declarando que sus hijos e hijas lograrán triunfar. Como dice San Lucas 1:45, “y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que fue dicho de parte del Señor”. Porque muchas veces aunque ve a sus hijos por malos caminos o pasos, sigue creyendo y pidiendo al Dios del cielo porque sus hijos estén bien y sean salvos. Ella arriesga su vida de ser necesario porque su esencia es el amor. Alguien dijo que “el amor se refleja”, entonces, si el amor es un reflejo, una mamá es sinónimo de amor.

Y cuando hablo de madre no me refiero solamente a aquella que los concibe o los carga en su vientre, pues gracias a Dios y para fortuna de muchos niños existen mujeres que son tan o mejor madres que las biológicas. Sino que me refiero a toda mujer que además de dar vida, saca a sus hijos hacia adelante y lucha por ellos sin rendirse.

Habrá momentos en que tal vez no logremos comprender sus palabras o decisiones. En que tal vez no entendamos el por qué actúa de una u otra manera. Quizás al tratar de independizarnos o de buscar nuestro propio camino habrá momentos en que la lastimemos sin siquiera darnos cuenta. Es muy probable que en ocasiones tengamos algún desacuerdo que nos lleve a alguna discusión, pero debemos recordar como hijos, la importancia de cuidar nuestras palabras, pues luego aunque queramos borrarlas y aunque ella nos perdone, sentiremos un gran dolor y cargo de conciencia por no haber sabido como manejar nuestra ira pasajera.

Porque el dolor que siente una madre que desea ver a sus hijos bien y no le obedecen, es una agonía que ninguna de esas buenas mamás merece. Si la tienes presente en tu vida, ya sea esposa, tu madre, la madre de tus hijos o sobrinos, abrázala y hazle sentir que es importante y valiosa. Y aunque sea difícil para ti expresarlo, dile cuánto la amas. Porque algún día ella no estará más, porque el tiempo no se puede dejar pasar. Porque una madre tiene una descripción sin igual, porque de todas las flores ella es la más real, auténtica y verdadera.

Hijo, no menosprecies a tu mamá, estima sus consejos y practícalos. No esperes que pase el tren acelerado de los momentos y cuando lo quieras decir ya sea muy tarde. Date cuenta de cuán privilegiado eres y acepta que contar con su amor y apoyo, es sin duda, el mejor regalo que Dios pudo obsequiarte.

Autora: Brendaliz Avilés
Escrito el 10 de mayo de 2009 a las 9:55 a.m.


A mi madre hermosa Awilda Malavé: ¡Felicidades madre querida, tú eres una de mis mayores bendiciones! Te admiro como mujer, pero mucho más como sierva de Dios. No te canses, no desmayes, recuerda que tu ayuda viene de Dios y el galardón que mereces será muy grande allá en los cielos.

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