EL PERDÓN NOS LIBERA
”Soportándoos unos a otros, y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdono, así también hacedlo vosotros, sobre todo vestíos de amor, que es el vinculo perfecto”. (Colosenses 3:13-14)
Perdonar es un proceso que no siempre es fácil. Cuando somos heridos, cuando nos han hecho un mal, cuando hemos sido traicionados o nos han juzgado mal. Quisiéramos defendernos y tomar la justicia en nuestras manos. Pero cuando uno decide otorgar el perdón aunque te lo pidan o no. Debe hacerlo porque cuando otorgas el perdón das paz y liberación a tu alma, porque decides desechar fuera de ti los resentimientos y la amargura que para nada sirven. Porque no deseas que nada estorbe tu relación con Dios, contigo mismo y con el mundo que te rodea.
La palabra perdón que significa: “No tener en cuenta la ofensa o falta que otro ha cometido, librar a alguien de una obligación o castigo, renunciar a un derecho, goce o disfrute”. Existe un detalle importante que debemos tener presente cuando decidimos perdonar y ese detalle es el siguiente: al perdonar es posible que esa persona o personas que resolvemos perdonar, jamás cambien su forma de ser, sus actitudes y puede ser que ni siquiera reconozca la herida o el daño que han producido. Pero aunque esto llegara a pasarte, eso no debe detenerte ni frenarte para que perdones ya que entonces, el problema viene siendo de esa persona, no tuyo.
Sé que es cierto que eso a veces nos puede llegar a lastimar y doler mucho. Que a veces nos produce múltiples pensamientos y emociones, pero por experiencia sé que no es bueno que carguemos sobre nuestras espaldas el peso que causa el odio y el resentimiento. Porque eso solo nos perjudica, nos daña y no permite que podamos sentirnos libres y que podamos crecer y madurar. A veces tenemos que cerrar ciclos en nuestras vidas para que nuevos episodios puedan empezar a causar un cambio radical a nuestras vidas. A veces necesitamos urgentemente cerrar un capítulo de nuestras vidas para abrir una nueva etapa que traerá un resurgir y un nuevo inicio para nosotros.
Perdonar no quiere decir que sigas siendo el mismo con esa persona que te causó el daño o que le vayas a tener la misma confianza. Perdonar no significa que vas a tolerar los abusos o maltratos de nadie, ni que vas a permitir que te falten el respeto. Perdonar quiere decir que vas a dejar de estar resentido(a) y que no quieres llevar más esa carga que es tan pesada y no es tuya. Significa que vas a dejar la justicia en las manos de Dios o como dicen las escrituras: “que lo que el hombre sembró, eso cosechará”.
No siempre perdonar es fácil, pero si es posible por más difícil que se te parezca. A veces perdonamos con más facilidad a un extraño o persona lejana que a alguno de nuestros familiares y allegados. Esto puede ser quizás, porque no esperamos que la gente que queremos y que dice querernos a nosotros también nos hiera. Porque tal vez, pensamos que se “supone” que esas personas nos “conozcan” bien. Se presume que a los que uno de verdad ame, no lo debe herir o lastimar. Pero pese a esa creencia que podamos tener, debemos recordar que somos humanos y nos equivocamos todos. Que en el mundo en que vivimos muchas veces herimos y nos hieren con más facilidad las personas más queridas y allegadas.
Son tantas las veces que ofendemos a Dios y le fallamos y sin embargo el decide absolvernos por amor. El borras nuestras culpas y las echa a lo más profundo de la mar. Que cuando oramos decimos: “padre perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Sí lo sé, no somos seres divinos, pero el corazón recibe una paz y una liberación enorme. Y cuando experimentamos eso dentro de nuestro interior, no hay nadie que no los pueda quitar ni robar. Ni siquiera en enemigo cruel puede vencer a un corazón que decide perdonar.
Hoy te invito a que experimentes el perdón, a que hagas las pases con alguien que sabes que te lastimo, para que puedas recibir todas esas bendiciones que están detenidas porque no has podido ejecutar el perdón. Solo y en tus fuerzas, tal vez no puedas. Pero tienes a un Dios que te puede a remover los escombros y que puede sanar cada herida para que puedas ser una persona más feliz y plena.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: http://escritosdelsilencio.blogspot.com/
www.devocionaldiario.com y www.destellodesugloria.org
”Soportándoos unos a otros, y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdono, así también hacedlo vosotros, sobre todo vestíos de amor, que es el vinculo perfecto”. (Colosenses 3:13-14)
Perdonar es un proceso que no siempre es fácil. Cuando somos heridos, cuando nos han hecho un mal, cuando hemos sido traicionados o nos han juzgado mal. Quisiéramos defendernos y tomar la justicia en nuestras manos. Pero cuando uno decide otorgar el perdón aunque te lo pidan o no. Debe hacerlo porque cuando otorgas el perdón das paz y liberación a tu alma, porque decides desechar fuera de ti los resentimientos y la amargura que para nada sirven. Porque no deseas que nada estorbe tu relación con Dios, contigo mismo y con el mundo que te rodea.
La palabra perdón que significa: “No tener en cuenta la ofensa o falta que otro ha cometido, librar a alguien de una obligación o castigo, renunciar a un derecho, goce o disfrute”. Existe un detalle importante que debemos tener presente cuando decidimos perdonar y ese detalle es el siguiente: al perdonar es posible que esa persona o personas que resolvemos perdonar, jamás cambien su forma de ser, sus actitudes y puede ser que ni siquiera reconozca la herida o el daño que han producido. Pero aunque esto llegara a pasarte, eso no debe detenerte ni frenarte para que perdones ya que entonces, el problema viene siendo de esa persona, no tuyo.
Sé que es cierto que eso a veces nos puede llegar a lastimar y doler mucho. Que a veces nos produce múltiples pensamientos y emociones, pero por experiencia sé que no es bueno que carguemos sobre nuestras espaldas el peso que causa el odio y el resentimiento. Porque eso solo nos perjudica, nos daña y no permite que podamos sentirnos libres y que podamos crecer y madurar. A veces tenemos que cerrar ciclos en nuestras vidas para que nuevos episodios puedan empezar a causar un cambio radical a nuestras vidas. A veces necesitamos urgentemente cerrar un capítulo de nuestras vidas para abrir una nueva etapa que traerá un resurgir y un nuevo inicio para nosotros.
Perdonar no quiere decir que sigas siendo el mismo con esa persona que te causó el daño o que le vayas a tener la misma confianza. Perdonar no significa que vas a tolerar los abusos o maltratos de nadie, ni que vas a permitir que te falten el respeto. Perdonar quiere decir que vas a dejar de estar resentido(a) y que no quieres llevar más esa carga que es tan pesada y no es tuya. Significa que vas a dejar la justicia en las manos de Dios o como dicen las escrituras: “que lo que el hombre sembró, eso cosechará”.
No siempre perdonar es fácil, pero si es posible por más difícil que se te parezca. A veces perdonamos con más facilidad a un extraño o persona lejana que a alguno de nuestros familiares y allegados. Esto puede ser quizás, porque no esperamos que la gente que queremos y que dice querernos a nosotros también nos hiera. Porque tal vez, pensamos que se “supone” que esas personas nos “conozcan” bien. Se presume que a los que uno de verdad ame, no lo debe herir o lastimar. Pero pese a esa creencia que podamos tener, debemos recordar que somos humanos y nos equivocamos todos. Que en el mundo en que vivimos muchas veces herimos y nos hieren con más facilidad las personas más queridas y allegadas.
Son tantas las veces que ofendemos a Dios y le fallamos y sin embargo el decide absolvernos por amor. El borras nuestras culpas y las echa a lo más profundo de la mar. Que cuando oramos decimos: “padre perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Sí lo sé, no somos seres divinos, pero el corazón recibe una paz y una liberación enorme. Y cuando experimentamos eso dentro de nuestro interior, no hay nadie que no los pueda quitar ni robar. Ni siquiera en enemigo cruel puede vencer a un corazón que decide perdonar.
Hoy te invito a que experimentes el perdón, a que hagas las pases con alguien que sabes que te lastimo, para que puedas recibir todas esas bendiciones que están detenidas porque no has podido ejecutar el perdón. Solo y en tus fuerzas, tal vez no puedas. Pero tienes a un Dios que te puede a remover los escombros y que puede sanar cada herida para que puedas ser una persona más feliz y plena.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: http://escritosdelsilencio.blogspot.com/
www.devocionaldiario.com y www.destellodesugloria.org
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