Un Día a la Vez
“Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?” (San Mateo 6:25-31).
A veces vivir un día a la vez se nos hace difícil, andamos siempre corriendo tras un futuro que no vemos llegar, pero que con el transitar del tiempo lo vemos pasar sin remedio y sin poder hacer nada por rescatar ese tiempo invaluable que hemos perdido.
No es fácil tener la suficiente sabiduría como para saber apreciar el pasado salvando todo lo bueno que viviste y aprendiste, sin permitir que este te estanque o te marque de forma negativa, sino que más bien sea lo que nos impulse a salir hacia adelante.
A veces las 24 horas que trae el día se nos pasan tan rápidamente y perdemos tantos detalles valiosos y significativos que deberían ser parte de lo que compone nuestra existencia. Nos afanamos por el día de mañana y no sacamos muchas veces ese espacio que necesitamos para aspirar y transpirar, para disfrutar del esplendor de las cosas sencillas y cotidianas.
Pasan por mi mente dos cosas: 1. el himno que dice: “el día de hoy mi Cristo es lo que vengo a pedir las fuerzas me des para yo hacer lo que debo hacer”. 2. Y esta porción bíblica que he utilizado el día de hoy, donde Dios nos hace un llamado a ponerle freno al acelerador de nuestras vidas, a no permitirnos sentirnos afanados, turbados y preocupados porque él tiene el control absoluto de todo cuanto sucede en nuestras vidas. Si protege a las flores y a los animales, cuánto más a nosotros que somos su máxima creación. Existe algo de lo que podemos estar completamente seguros y es de la fidelidad y el cuidado de Dios para con sus hijos. Por tanto, tomate una pausa y descansa en las promesas de que Dios no te dejará ni te desamparará.
Autora: Brendaliz Avilés
Escrito Para: http://escritosdelsilencio.blogspot.com
www.devocionaldiario.com
www.destellodesugloria.org
¡Bienvenidos! Este lugar ha sido diseñado con el propósito de bendecir, dar una palabra que estimule, restaure y aliente tu corazón. Que encuentres un mensaje de ánimo o una palabra de amor para compartir con otros. ¡Dios los Bendiga! Pido al Señor que de alguna manera toque tu corazón a través de esta página.
lunes, 15 de marzo de 2010
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