¡Quiero
ofrendarte mi Vida!
Ha llegado
una vez la hermosa época de Navidad.
Temporada especial donde las personas hacen sus muestras de amor a
través de regalos y festividades. Hace
algunas semanas escuchaba predicar a un misionero que ha tenido la oportunidad
de viajar a más de sesenta países. Entre
algunos de los testimonios y relatos que nos contó, hubo uno que sin duda marcó
mi vida y mi corazón y quiero compartir con ustedes.
Este
misionero nos relataba que en uno de estos países en que se encontraba
evangelizando a tribus indígenas, observó que mientras se recogía la ofrenda en
el servicio, uno de esos hombres indígenas quería que le dieran el plato de la
ofrenda. La señora que recogía el plato
de la ofrenda, no se lo daba, por lo cual hubo un pequeño forcejeo. Cuando el misionero observó esto, se acercó y
le preguntó al indígena que para qué quería el dinero. El indígena de inmediato contestó, que él no
quería el dinero, que él lo que quería era el plato de la ofrenda. Entonces el misionero le dijo a la mujer que
le diera el plato de la ofrenda.
Lo que
sucedió a continuación estremeció los rincones más íntimos de mi alma, pues con
ojos llenos de lágrimas, aquel indígena tomó el plato de la ofrenda, lo colocó
en el pisó, se paró sobre él y le dijo a Dios: ¡Dios yo no tengo nada, pero
quiero ofrendar toda mi vida a tu servicio, toma mi vida! Tal de sincera fue aquella oración a Dios que
nos relataba el misionero que este joven, hoy día ha evangelizado más de 40
tribus indígenas. Todo porque un día le
ofrendó al Señor su vida a su servicio.
La Navidad se
trata de recordar a Jesús, ese rey que se despojó de su majestad para venir un
día a la tierra a redimirnos, a reconciliarnos con el Padre. Vertió su sangre por cada uno de nosotros y
nos volvió a conectar con Dios. Pensamos
en fiestas, algarabía, regalos de todas clases, vestidos y cosas nuevas. Pero, ¿hemos pensado en qué regalo le daremos
a Jesús? ¿Podremos ofrendarle nuestras
vidas? ¿Dejaremos que él cumpla su
voluntad y los sueños que ha entretejido para nuestras vidas? ¿Le daremos más de nuestro tiempo aunque esto
implique dejar algunas cosas a otro nivel?
¿Estaremos dispuestos a ayudar y compartir su amor con aquellos que
verdaderamente lo necesitan?
Personalmente,
quiero en esta Navidad y cada día de mi vida, con mi corazón sincero
presentarme ante el Señor y decirle con mi corazón sincero, devoto y
agradecido, ¡Dios yo te regalo mi vida!
Soy imperfecta, a veces me siento desmayar y pienso que no podré, pero
luego me doy cuenta que tu gracia y amor me infunden aliento y nuevas
fuerzas. Papito Dios, rey de mi vida, yo
te regalo mi corazón para que deposites en él tu voluntad y mi vida para que la
utilices como tú quieras.
Autora: Brendaliz
Avilés
Escrito Para:
www.brendalizaviles.com
24 de diciembre
de 2014.
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