Los días en el desierto
Querido Padre:
Aquí me encuentro nuevamente. Me urge hablar contigo…
Cuántas cosas quiero hoy expresarte y no sé cómo empezar…
Cuando me introdujiste en este desierto siempre sentí que no sería fácil,
Pero hace un tiempo estoy sintiendo mucho agobio y la lucha es muy fuerte.
Las cosas día a día empeoran y nuevos inconvenientes surgen que me impiden avanzar.
Cristo de mi alma, te ruego que sostengas mis pies porque estoy a punto de resbalar.
Rodéame de tu favor y misericordia porque hoy más que ayer necesito de ti.
Los peligros se aumentan en este desierto.
He tenido al demonio hablándome por varios días,
Cosas feas susurró a mi oído y aprovechándose de la debilidad que siento,
Entre varias cosas me dijo, que todo esto no tiene sentido, que los malos tienen impunidad y tú no los reprendes. Me dijo: no ves que los impíos, están en mejores condiciones que vos…
El enemigo no tiene poder sobre mí, porque yo soy hija tuya Señor.
Vengo a ti porque la única disciplina que acepto para mi vida es la tuya.
Y a pesar de que el panorama se vea oscuro y sin salida, yo me aferro a cada promesa que trajiste a mi corazón durante todos estos años.
Sé que tienes el control de cada cosa que me sucede y que permites los ataques que me hace el enemigo, para hacerme crecer.
Como buen amante de mi alma apareces y desapareces, haciéndote desear para probarme y ver lo que hay dentro de mí.
Te pido Señor que me des sabiduría para poder vencer las tentaciones que se me presentan a diario y que sin duda me alejan de ti.
Perdóname. Me siento desprotegida, porque por estos días luego de que el enemigo atacara mis pensamientos, he dejado de leer tu palabra.
Alejarme de tu palabra es lo que me hace sentir vulnerable.
Justo en ese momento te has alejado de mí, te has escondido y se ha quebrado mi alma al sentirme sola.
Aun cuando tenga razón y se levanten contra mí hiriendo mí corazón, Paraliza mi lengua, refrena mis labios. Enmudéceme Señor cada vez que sienta ganas de decir cosas que en mi defensa, puedan herir a otras personas. Cállame, cálleme Señor Jesús.
Son muchos los enemigos que tengo, y necesito ver tu mano de justicia sobre esta causa que tú y yo sabemos, es justa.
Nada podrá alejarme de tu amor,
Ni la enfermedad,
Ni la escasez,
Ni la soledad, podrán separarme de tu amor.
Este desierto lo atravesaré tomada de tu mano y sometiéndome a tu corrección y llegaré a esa tierra hermosa que me prometiste, me darás por heredad…
Necesito que moldees todo lo que haga falta en mi vida, para no demorarme mucho más aquí…
Controla mi ansiedad.
Todo sacaste a mí alrededor.
Sólo te tengo a ti.
Si Padre, dependo de ti todos los días.
Si tú no abres esa puerta, nadie la abrirá,
Si tú no traes esa lluvia abundante a mi campo, el verde se secará.
Si tú no haces justicia sobre mis enemigos, nadie me defenderá.
“NO TE TARDES PADRE MÍO QUE NECESITO TU PRONTO AUXILIO”
Autora: María Fernanda S.
Contacto: feryflorparacristo@hotmail.com